De gritos y otros jaleos
Actualizado:Hace unos años, en uno de esos espacios culturales que Televisión Española emite los sábados por la noche, el elegante José Luis Moreno nos sorprendió con su pintoresca forma de presentar las actuaciones del programa. Tras una larga y empalagosa enumeración de las virtudes del artista invitado, y después de enunciar su nombre, el ventrílocuo-empresario comenzaba como un poseso a emitir un extraño gritito, más o menos así: «uuuuhwúuuuu».
En España lo habíamos escuchado muy eventualmente, algún yanki ordinario, algún capullo modernísino... El caso es que quién nos iba a decir que el dichoso gritito se iba a convertir en una de las maneras más comunes de vitorear a un artista también en nuestro país. Uno va al teatro, a un concierto, y siempre tiene a alguien al lado que le taladra el oído a bocinazo limpio con este cacofónico y antiartístico sonido, importado de Ordinarilandia.
Me comenta Ana, una amiga de Jerez, que allí ya se está convirtiendo incluso en una forma de jalear -Dios mío de mi alma- a los cantaores de flamenco. Imagínense, en mitad de una soleá, a un guiri gritando emocionado: «Uuuuuuhwúuuuu». Me da un infarto.
Por favor, por favor, no más grititos, relájense, no ensucien el arte, y sólo en caso de que sea estrictamente necesario, jaleen al artista como debe ser. Cuando no puedan más de tanto gozo estético, en el momento justo, a compás, con elegancia y sutileza, digan simplemente: Ole.