Patriotismo económico del poder
Actualizado:Cuando a finales del siglo XVIII el escéptico, excéntrico y enfermizo Samuel Johnson escribió que «el patriotismo es el último refugio de los canallas» estaba muy lejos de saber que llegaría un día en que, tras medio siglo de desmontaje de la Europa de las patrias, unos políticos miopes con intereses más partidistas que nacionales y argumentos más sensibleros que racionales iban a recurrir al patriotismo económico para mantener su poder y seguir manejando el mundo empresarial con el desacreditado método de establecer prohibiciones para vender favores.
En España, el Congreso convalidó ayer el decreto ley que refuerza las competencias de la Comisión Nacional de la Energía y que le permitirá frenar la OPA de E.ON sobre Endesa. Naturalmente, el comisario europeo de Mercado Interior va a abrir un procedimiento de infracción a España porque ese «refuerzo» puede obstaculizar la libre circulación de capitales.
La epidemia patriotera no distingue entre ideologías de izquierda o derecha. También ayer, el Senado francés aprobó una ley sobre OPAs para dotar a las empresas galas de mayores medios de defensa contra las ofertas hostiles, como la de la italiana Enel sobre la francesa Suez a la que el Gobierno galo pretende fusionar con Gaz de France. Y en unos días el Gobierno de Luxemburgo modificará su legislación sobre empresas extranjeras tras la oferta presentada por la anglo-india Mittal sobre el primer productor de acero en Europa, Arcelor.
Entretanto, Reino Unido, Italia y Holanda anuncian una denuncia conjunta contra el nacionalismo económico. Y la alemana Angela Merkel ha pedido, ayer también, que se eviten reacciones nacionales en los procesos de fusión transfronteriza. Lo ha hecho justo antes de que comenzara la Cumbre de jefes de Estado de los 25 convocada, paradójicamente, para lograr acuerdos sobre una política energética común europea. No va a ser posible con tanto político patriota.