ESPAÑA

El PSE aparcará la mesa de partidos hasta que Zapatero inicie el proceso

López advierte al lehendakari de que existe una «'hoja de ruta' fijada» en el Congreso y le pide «tranquilidad» Ibarretxe ve un plazo razonable de aquí a verano para sentar las bases del foro y el PNV las demora a septiembre

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La determinación del lehendakari de impulsar las conversaciones con el objetivo de constituir la mesa multipartita para la normalización ha provocado un indisimulado desagrado en una de sus patas básicas, el PSE de Patxi López. Los socialistas están dispuestos a atender la llamada de Juan José Ibarretxe y sentarse con él a dialogar sobre la nueva situación creada por el alto el fuego de ETA, pero aparcarán cualquier movimiento de calado sobre la conformación del foro hasta que el presidente del Gobierno verifique las intenciones de la banda y acuda al Congreso de los Diputados para renovar el aval que recibió el pasado mes de mayo de todos los grupos, salvo el PP, en la búsqueda de una salida dialogada a la violencia. La principal fuerza de la oposición se resiste a precipitar los acontecimientos y a entregar la llave del proceso en Euskadi a Ibarretxe, al que ven deseoso de recobrar protagonismo perdido.

El jefe del Ejecutivo de Vitoria telefoneó a los dirigentes de las fuerzas vascas, incluida Batasuna, poco después del anuncio de distensión efectuado por ETA y les trasladó en esa primera charla de urgencia su intención de celebrar una ronda de contactos bilaterales, una vez que él mismo se haya entrevistado con Zapatero. Ibarretxe atisbó en la mayoría de sus interlocutores un sentimiento «de alivio» y la consciencia de que Euskadi se encuentran ante una «nueva oportunidad» para la paz. Según fuentes próximas al lehendakari, su pretensión es «ir tejiendo sin prisas» una red de complicidades y rebatieron, en consecuencia, que quiera acelerar la constitución de la mesa multipartita.

Los socialistas encuentran, sin embargo, un notorio contraste entre el contenido de esa conversación telefónica y el de la declaración institucional que leyó el lehendakari, arropado por los miembros de su Gabinete, en respuesta al alto el fuego. En ella, escenificó su voluntad de abrir una «fase preliminar de diálogo sin exclusiones» para concretar el calendario, los principios y la metodología del proceso negociador, que lleve a formar «con garantías» una mesa multipartita en favor de «un acuerdo integrador» y su posterior refrendo en consulta popular. Sin explicitarlo públicamente, el lehendakari parece trabajar con la hipótesis de tres meses como un plazo razonable para empezar a poner en marcha el foro; una posibilidad sujeta a los acontecimientos y que podría colisionar con los propósitos iniciales de Zapatero de darse tiempo y no comparecer hasta junio ante el Congreso.

«Prudencia obligada»

Ése es el gesto, y no otro, que aguardan los socialistas vascos para comenzar a moverse en firme. «El llamamiento a la prudencia es una obligación. Debemos hacer cocina para asentar cada paso y no darlos en falso», resumió en declaraciones a este periódico Patxi López, quien subrayó que el proceso tiene «una hoja de ruta fijada por el Congreso» e inspirada en el Pacto de Ajuria Enea. Su partido, anticipó, esperará a que el Gobierno acredite una total ausencia de violencia y a que Zapatero concrete sus intenciones en la Cámara baja, por lo que recomendó al lehendakari que mantenga «la tranquilidad». López no quiso pronunciarse sobre el papel de Ibarretxe en la mesa, pero sí remarcó que el método lo decidirán «los partidos, no el Gobierno vasco». El propio lehendakari ha dejado públicamente su función en manos de lo que determinen las fuerzas políticas.

El PSE y Batasuna, protagonistas del camino que ha conducido al alto el fuego, ya han dejado sentada su oposición a que Ibarretxe presida el foro. Y los ritmos de los distintos partidos tampoco son coincidentes. Mientras el consejo político que integran el lehendakari y los líderes en el Gobierno de Eusko Alkartasuna y Ezker Batua -Joseba Azkarraga y Javier Madrazo- parece dispuesto a intentar ejercer su liderazgo institucional y evitar que la conformación de la mesa se dilate sine die, los socialistas pretenden medir cada gesto antes de compartir espacio público con una formación que aún está ilegalizada y la izquierda abertzale precisa de tiempo para que sus bases se acomoden al nuevo escenario. «No es bueno hablar de plazos», constató ayer Rafa Díez, quien apeló a la tranquilidad para conferir «anclajes sólidos» a las futuras negociaciones.

Aunque alberga cierta inquietud ante la posibilidad de que el PSE y Batasuna acompasen la normalización a sus intereses, el PNV tampoco dio ayer muestras de querer acelerar la formación de la mesa. Su portavoz, Íñigo Urkullu, evidenció que el camino «va ser largo» y descartó que antes del verano puedan pactarse una metodología y unos principios que susciten la anuencia de «todas las sensibilidades políticas», lo que sitúa el horizonte en septiembre. El partido se guiará por su documento sobre paz y normalización, que incide en la importancia de distinguir con nitidez ambas vías y aboga por un diálogo sin exclusiones para asegurar que los eventuales acuerdos «sean más integradores y estables».

De ese propósito no participará, al menos de momento, el PP. El lehendakari no logró atraer en su charla del miércoles a San Gil, que no se opuso al contacto telefónico pero sí le reiteró su rechazo frontal a un proceso negociador que incluya a la ilegalizada Batasuna y nazca fuera del Parlamento. Los populares siguen considerando que ese foro asume los presupuestos de ETA y constituye un precio por la paz.