Paz sin territorios
Francia ha endurecido su cerrazón política a toda reivindicación vasquista desde la Declaración de Anoeta
Actualizado:PAZ sin territorios. La fórmula, forzosamente simplista, resume la posición de Francia en la cuestión vasca. La paz ya la tiene. Uno de los beneficios colaterales de su apoyo a España en la lucha contra ETA ha sido la desaparición de Iparretarrak y del Ejército Revolucionario Bretón, las dos expresiones armadas del irredentismo nacionalista en el continente. Las otras versiones, persistentes, son insulares: Córcega. Los territorios vascos, sencillamente, no existen. No tienen ningún reconocimiento institucional, jurídico ni político a este lado de la frontera.
La reacción de Jacques Chirac al anuncio de alto el fuego permanente fue una de las más tardías entre los dirigentes europeos. Necesitó un largo período de reflexión para valorar que «es una gran esperanza para España y para la lucha contra el terrorismo». Y para Francia ¿no? «Esa es una observación propia de un sovietólogo paranoico», replica con media sonrisa un estrecho colaborador del presidente francés.
La omisión, reveladora del desmarque sistemático de Francia de los «asuntos internos» españoles, fue señalada ayer en Bayona por Xabi Larralde, portavoz de Batasuna en el País Vasco francés. «A Chirac se le olvidó decir que es igualmente una buena noticia prometedora para España», declaró antes de insinuar, sibilino, la existencia en París de una versión no oficial. En concreto, aludió a los contactos «oficiosos» mantenidos por su formación en la capital francesa con «diferentes actores» que no quiso identificar.
Implicación
El objetivo de esa discreta dinámica política es implicar al Gobierno francés en la resolución de un conflicto del que se pretende no sólo ajeno. El temor a un contagio de las reivindicaciones nacionalistas en el País Vasco peninsular le ha enrocado en posiciones cada vez más cerradas. El endurecimiento coincide con la puesta en escena, en el otoño de 2004, de la Declaración de Anoeta, percibida como una amenaza a la concepción unitaria del Estado más centralista de Europa occidental. Tras los fantasmas soberanistas de Lizarra-Garazi, Anoeta ha acentuado la cerrazón del 'efecto-ostra' en París.
Desde entonces se han multiplicado las medidas represoras de todo atisbo de vasquismo político: registro policial de la sede de Laborantza Ganbera, cámara agraria vasca; actuaciones judiciales contra los alcaldes que subvencionan el proyecto de creación de un Departamento Vasco; disolución por los antidisturbios de las concentraciones de padres de alumnos en petición de más medios para las escuelas donde se enseña el euskera, que no tiene ningún reconocimiento oficial; oposición de París a que el Ayuntamiento de Hendaya forme parte de la Mancomunidad Txindugi junto a Irún y Hondarribia.
Unidad
En abril se va a lanzar una campaña de firmas en apoyo de separarse del Béarn, donde está Pau, la capital. El jacobinismo hace oídos sordos. El diario 'Le Monde' reclamaba ayer el «apoyo político» de las autoridades francesas a Rodríguez Zapatero para llevar a buen puerto un proceso de paz.
Un apoyo «vigilante» y «al menos tan comprometido como ha sido estrecha la cooperación policial en los últimos años». Sobre la continuidad de esta última no existen dudas. Los servicios de la lucha antiterrorista garantizan que proseguirán las investigaciones policiales y judiciales en Francia. Reclamada epistolarmente por ETA, la implicación en el terreno de las iniciativas políticas es otro cantar.
«El Gobierno francés también debe asumir sus responsabilidades y actuar en consecuencia en la buena dirección para que, en el futuro, el País Vasco no quede como un problema interno del Estado francés». El mensaje fue lanzado a primeros de año por la ex-dirigente Aihona Mujika Goñi desde un juicio en París a la antigua jefatura militar de ETA. En aquel discurso veladamente amenazador se evocaba, entre otras hazañas bélicas, la victoria de los bascones sobre Carlomagno como un hito en «nuestra historia de resistencia».