Enhorabuena
Actualizado: GuardarEn unos momentos de profunda alegría, pues por fin ETA ha decidido declarar un alto el fuego permanente, creo importante dar la enhorabuena a todos aquellos que tanto han sufrido por el existencia de ETA y por su violencia terrorista. Creo necesario dar la enhorabuena a todos aquellos que incesantemente han luchado contra ETA en primera línea, a las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, incluida la Ertzaintza, pues si podemos vivir este momento es, en buena medida, gracias a su trabajo.
Enhorabuena también para todos aquellos ciudadanos que nunca se amilanaron ante las amenazas de ETA, a los que nunca creyeron que era necesario satisfacer alguna de sus demandas para conseguir que cejaran en su empeño violento, a los que nunca cedieron, a los que siempre estuvieron dispuestos a luchar contra ETA, a deslegitimar sus pretensiones y sus justificaciones. Y enhorabuena a las víctimas del terrorismo porque fueron capaces de rescatar la memoria de los asesinados por ETA, memoria que ha sido elemento fundamental en la lucha contra ETA.
Y enhorabuena, por fin, a toda la sociedad vasca y española porque desaparece la pesadilla del terror, de la amenaza permanente, de la presencia en su medio de un elemento desintegrador, porque puede empezar a vivir en paz.
Por fin ha llegado el comunicado que tanto se esperaba. Pero no sólo desde que se habla del proceso de paz, no sólo desde la propuesta de Anoeta, no sólo desde que el presidente del Gobierno ha hablado de la posibilidad de la paz, sino desde que ETA, desatendiendo la decisión de los ciudadanos vascos en referéndum, ha practicado la violencia y el terror contra los ciudadanos vascos y españoles, contra el Estado, contra la libertad, contra las instituciones vascas estatutarias legítimas. Por fin ETA desaparece de nuestras vidas, porque quiero creer que el alto el fuego permanente es la constatación de un fracaso rotundo.
Habla el comunicado de abrir un proceso democrático en cuyo final se encuentra una paz basada en la justicia. Pero el inicio del camino es el alto el fuego permanente. Y el alto el fuego permanente es ya paz. El alto el fuego abre una situación en la que ETA ya no está en posición de condicionar la libertad de los ciudadanos vascos. Y por mucho que diga que al final del proceso que ellos dicen abrir con el alto el fuego debe darse una situación en la que los ciudadanos vascos deben tener la palabra y la decisión sobre su futuro, es importante recordar que los vascos han tenido la palabra y la decisión sobre su futuro durante todo este tiempo de democracia, y que lo único que ha coartado esa libertad de decisión ha sido precisamente ETA.
La decisión de declarar el alto el fuego permanente significa que ETA ha reconocido que su camino, su triste camino de sangre y muerte, ha llegado a su fin. Ahora es el momento de los ciudadanos y de su responsabilidad. No es ETA nadie para decir qué es lo que tienen que hacer, ni lo que tienen que decidir los ciudadanos vascos. No es nadie ETA para definir en qué consiste la responsabilidad de los ciudadanos vascos. Cada ciudadano podrá pensar lo que quiera, y decidir en la línea que crea conveniente, y proyectar el futuro de la convivencia entre vascos como mejor le parezca.
El paso dado por ETA no nos obliga a nada. ETA no nos regala nada. En todo caso nos devuelve lo que nos había robado a la fuerza. Aunque no puede devolver la vida a los asesinados. La responsabilidad de la que habla en su comunicado es una responsabilidad a ejercer en libertad: si hasta ahora muchos ciudadanos vascos han luchado por la defensa de la democracia, por la defensa del pluralismo de la sociedad vasca, por la defensa de los derechos de ciudadanía por encima de creencias, identidades e intereses; si hasta ahora muchos ciudadanos vascos han luchado por la libertad, por poder pensar en libertad, por poder expresar lo que pensaban y por poder sentirse como se sentían, sin obligar a nadie a sentir lo mismo, pero defendiendo el marco jurídico-político en el que era posible que convivieran esas distintas formas de sentir, y lo han hecho bajo la amenaza de la violencia y el terror de ETA, ¿no lo van a hacer ahora que ya no existe esa amenaza? Esa es la responsabilidad de muchos ciudadanos vascos: seguir luchando por los mismos ideales por los que han luchado en tiempos difíciles.
Es cierto que estamos en un momento de responsabilidad y que es preciso gestionar con responsabilidad la situación. ETA ya no puede, y no debe condicionar de ninguna manera la política vasca o española. Y partiendo de ese principio, es necesario que todos los partidos políticos democráticos se unan y apoyen lo que el Gobierno haga para apuntalar definitivamente la situación. Nada mejor que el que el PSOE y el PP afrontaran de manera conjunta esta situación.
Sería necio no ver en el comunicado las referencias al reconocimiento de los derechos que corresponden al pueblo vasco, al aseguramiento de la posibilidad de que todas las opciones políticas se puedan desarrollar en el futuro -es la fórmula para decir que debe ser posible y realizable la opción de la autodeterminación-, que Francia y España deben respetar lo que decida el pueblo vasco. Pero si estas referencias eran inaceptables bajo la amenaza de la violencia y el terror, ahora están sometidas al valor democrático de la pluralidad vasca en lo que al sentimiento de pertenencia se refiere, en la forma de entender lo que significa pueblo vasco, en la particularización y limitación de los intereses, de las identidades, de los sentimientos de pertenencia de los ciudadanos. Al llamamiento que hace ETA a los ciudadanos y ciudadanas vascas para que se impliquen en este proceso muchos podremos contestar diciendo que muchos ciudadanos vascos siguen implicados en el desarrollo de la democracia, en el desarrollo del valor democrático del pluralismo vasco, del acuerdo entre diferentes, en la consolidación del marco de convivencia que permite precisamente la convivencia de distintas identidades, de distintos y complejos sentimientos de pertenencia.
ETA se refiere en su comunicado al conflicto. Pero no hace referencia en ningún momento al sufrimiento causado, a las casi mil víctimas producidas por sus actos de terror, a las víctimas familiares de los asesinados. Alguien puede pensar que es normal, que es muy difícil que ETA haga ninguna referencia al daño causado. Pero eso no impide sino que exige que la responsabilidad de la sociedad vasca radique precisamente ahora en mantener viva la memoria de los asesinados, la memoria de su significado político. Ahora más que nunca es imposible el olvido, el hacer como si ETA nunca hubiera existido, como si no hubiera habido víctimas, como si no hubiera habido verdugos.
Si ETA dice que se reafirma en su compromiso de seguir dando pasos para superar el conflicto de largos años y construir una paz basada en la justicia, la sociedad vasca debe decirle que ella se reafirma en su compromiso de seguir consolidando el pacto y el acuerdo como el camino para salvaguardar el pluralismo y la libertad de los vascos. Hemos esperado tanto a estar libres de ETA que ahora tenemos la responsabilidad de cuidar esa libertad como el bien más preciado, tenemos la responsabilidad de cuidar las condiciones que hacen posible esa libertad: el pacto, el acuerdo, la pluralidad, los derechos de ciudadanía, la mezcla cultural, la complejidad de las identidades, las instituciones estatutarias y constitucionales. No estamos dispuestos a poner en peligro ninguna de ellas, porque no estamos dispuestos a perder la libertad. Esa es la paz para nosotros.