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OPINIÓN

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MANOLO CAMACHO/
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Podía elegir cualquier columna que he escrito tras los partidos ante el Atlhetic de Bilbao, Real Sociedad, Celta o Deportivo, darle a copiar y pegar y me valdría. Porque esto no cambia. Bueno en algo sí, cada vez queda menos liga. Dije en una de esas columnas anteriores, que los rivales del Cádiz saben que si marcan un gol tienen el partido ganado. Y desgraciadamente sigue ocurriendo así. El juego de muestro equipo es demasiado previsible, demasiado fácil de anular por nuestros adversarios. Mirad si es fácil, que Tony Prats, portero del Mallorca, dijo al termino del encuentro de ayer, que no recuerda un partido más tranquilo. Vaya tela, somos inofensivos.

No hay profundidad, no se sabe a que se juega, no hay ideas para cambiar el rumbo del partido cuando este se pone en contra (casi siempre) o cuando hay que ir al por los tres puntos, no hay nada que invite al optimismo ahora mismo y visto lo visto. Se abusa de los pelotazos a la frontal del área rival, no se entra por banda por lo tanto no se centra desde ahí, no se tira desde lejos ni desde cerca (así es difícil marcar goles), no se crea juego en el centro del campo, los que han venido a marcar la diferencia no lo hacen. Panorama desolador sin duda alguna. Hay que dar un giro radical a esto a la voz de ya. No se como (no soy el encargado para decirlo, dicho sea de paso) pero hay que hacerlo ya, antes de que sea demasiado tarde. De acuerdo que quedan partidos por delante, pero con partidos como el de ayer (hay más, el de ayer no es el único) puede quedar una vuelta entera del campeonato que estaría igual de difícil la permanencia. No es cuestión de puntos, es cuestión de imagen y de posibilidades reales de ganar un partido.

Lo mejor, una vez más, la afición. Me decían aficionados cadistas al salir anoche de Son Moix, que no perdían la esperanza. Yo tampoco la pierdo, y aunque lo vea todo negro, aún confío en que esto cambie. ¿Seré un iluso? No lo sé, espero y deseo que no. Y punto.