A Segunda en silencio

Pena. Esa es la sensación que se le quedó anoche en el cuerpo a cualquier aficionado que sienta un poquito a su equipo. Ya no es ni enfado, es simplemente pena e impotencia al ver cómo sus jugadores pululan por el campo sin saber qué hacer, corriendo sin rumbo, sin nadie que los dirija ni desde dentro del terreno de juego ni desde el banquillo.

Al menos quien firma así se sintió, triste al ver que el Mallorca, sin despeinarse, mereció ganar por una diferencia mucho más amplia. Una tristeza que se convirtió en indignación cuando, a través de los micrófonos de Punto Radio, escuché las declaraciones post partido tanto de Víctor Espárrago como de Antonio Muñoz. El entrenador, al que se le notaba ciertamente abatido, llegó a decir que el equipo lo intentó en todo momento y que no se le puede pedir más. Y el presidente que hay que seguir confiando y que mientras hay vida hay esperanza.

Es decir, lo de siempre. El mismo discurso preparado. Nadie entona el mea culpa, nadie asume ninguna responsabilidad, nadie parece interesado siquiera en buscar soluciones. Cara de compungidos y a esperar al próximo partido. Que por cierto es dentro de tres días y hoy, como recompensa, hay día libre para la plantilla. Así nos luce el pelo. Con esas palabras moderadas, pausadas, con ese discurso amable, nos vamos a ir a Segunda sin hacer ruido, sin molestar a nadie. Con la sensación de que, siendo conscientes de que era dificil, hemos caído sin haber quemado todas las naves.