Herido de muerte
Un Cádiz sin argumentos ofensivos pierde en Mallorca ante un rival directo El equipo amarillo nunca dio la sensación de poder remontar el gol de Víctor
Actualizado: GuardarEl submarino se hunde. ¿Será el paso previo a la emersión milagrosa que siempre ilusiona a los cadistas? Puede ser, pero los tiempos cambian una barbaridad. Aquella pandilla de futboleros que vagueaba durante muchos partidos y apretaba los dientes al final no tiene nada que ver con estos. Los de ahora lo dan todo en el campo, no se les puede reprochar la actitud, pero están mucho más limitados técnicamente. Y para colmo se encuentran abatidos y hundidos psicológicamente, faltos de confianza y con muchos de ellos creyendo que esto le queda grande.
A día de hoy, y ojo que esto puede cambiar pese a todo, Espárrago no ha encontrado la terapia para paliar los males de su equipo. El inicio esperanzador no era más que la continuidad de un trabajo bien hecho, pero un espejismo pues duraría hasta que los demás comenzaran a carburar. Poco a poco fue perdiendo fuerza hasta convertirse en un conjunto previsible, y sólo una revolución, la de Copa, logró darle otro cariz que rápidamente perdió en cuanto sus rivales descubrieron sus defectos.
La necesidad del revulsivo
Ya se han utilizado a 24 futbolistas (sólo queda Navas), la afición no ha dejado de animar, los Reyes Magos dejaron tres jugosos regalos y el ambiente de trabajo es excepcional. Aparentemente no falla nada. Pero aún así, el Cádiz sigue cuesta abajo y sin frenos, y todavía le queda el trazado más abrupto del camino. Hace falta un revulsivo, ¿pero cuál?
Es complicado saberlo, o hay que ser valiente o loco, dos conceptos que son fácilmente confundibles. Pero lo que es seguro es que no pueden volver a repetirse episodios como el de La Coruña, San Sebastián, Vigo, Bilbao y Mallorca. Porque no vienen aislados sino que forman parte del mismo conjunto.
En Son Moix, el equipo gaditano mostraba sus peores defectos, los más frecuentes, que esconden cualquier virtud por escasa que sea. El buen planteamiento defensivo que Espárrago coloca siempre con su etiqueta de foráneo carece de pegada, por mucho que Enrique y Oli, sorprendentemente titulares en la tarde de ayer, lo intenten por todos los medios. El extremeño desbordaba bien por banda pero sus centros no lograban conectar con el ariete asturiano.
En los primeros minutos el duelo estaba controlado, pero aún así Pereyra ya había avisado con un fuerte disparo desde fuera del área que afortunadamente no cogía puerta. Fortuna, mucha fortuna la de los amarillos que desaparecía en la siguiente jugada. En una falta frontal y lejana, el griego Basinas la colgaba y Víctor, desmarcado incomprensiblemente de De Quintana, cabeceaba el balón pegadito al palo y muy bajito haciendo inútil la estirada de Limia. «Otro a balón parado», clamaba Espárrago, pues los últimos tantos llegaron tras una falta o un corner. Y eso que el Cádiz donde domina es en la estrategia.
Ante otro rival, el Mallorca hubiera encontrado una respuesta digna pues quedaban casi 80 minutos de partido, Pero el equipo amarillo no puede. Ya está más que demostrado. Ayer encarillaba su tercer encuentro sin marcar, el duodécimo en esta Liga. No es que la tenga mojada, es que no tiene pólvora. Y aunque jueguen treinta partidos seguidos no va a marcar.
Principalmente porque no crea ocasiones. O no las suficientes para llevarse el gato al agua. Es el conjunto de Primera que menos remata a portería, y para eso no hace falta mirar las estadísticas. Nada más recibir el gol, la escuadra gaditana comenzaba a controlar el cuero en la zona ancha pero sin mirar al arco de Prats, que vivía su noche más placida de la temporada. Sólo una genialidad de Lobos adquiere la categoría de destacable, pero el meta de Capdepera respondía con una gran intervención.
Pésima segunda mitad
Quedaba toda una segunda parte entera para aprovechar y al menos igualar una contienda, pues el empate, antes rechazable, vaía ahora su peso en oro. Espárrago apostaba por la ofensiva, con cambios lógicos como la entrada de Medina por Suárez y las de Estoyanoff y Fernando Morán. Obligatoriamente, el panorama tenía que mejorar. Pues no. Desde la ironía y el sarcasmo, la sonrisa de los malos momentos, en lo negativo este Cádiz es capaz de superarse.
En los diez primeros minutos, el Mallorca podría haber colado cuarto chicarros más, pero el poste, un Limia sobresaliente y Paz bajo palos impedían el desastre y sobre todo mantenían viva la llama de la esperanza. Pobre ingenuidad. Una volea defectuosa de De Quintana y un centro chut de Estoyanoff serían los únicos argumentos, paupérrimos, de un equipo que cada vez ofrece menos. Y que tras la derrota de Son Moix queda herido de muerte y más cerca que nunca de Segunda. A cuatro puntos de la salvación más el goal average, con un calendario infernal y con la señora de la guadaña a la vuelta de la esquina. Esto tiene que cambiar... ¿pero qué?