TEMAS DEL DÍA

«Tenemos miedo de que vuelvan para vengarse»

La familia Mayo, que ha sufrido dos robos en 15 días en Chiclana, es una nueva víctima de los últimos asaltos ocurridos en la Bahía

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Dice la estadística oficial que los robos en vivienda crecieron el año pasado un 11% en la provincia. Una de las circunstancias que ha influido en este incremento es el aumento de inmuebles de nueva construcción, que tienen como fin ser segunda residencia y que, por tanto, están vacíos gran parte del año. Precisamente, las bandas y los ladrones que actúan en solitario, expertos en el robo de casas, suelen estudiar sus objetivos durante días para saber cuándo no habrá nadie que les moleste y cuáles son los inmuebles que guardan mayores tesoros.

En las últimas semanas, la Policía Nacional de El Puerto está investigando la comisión de tres robos en Vistahermosa, con un perfil similar: casas de empresarios o familiares, que estaban vacías en el momento del asalto y que son rápidamente desvalijada.

Hace unos días, la casa de un conocido empresario de la hostelería en Chiclana fue violentada y gracias a que llegó a tiempo y cogió in fraganti a los ladrones, pudo evitar una sangría económica mayor. La Guardia Civil está investigando a los autores, que huyeron tras abandonar el coche con el que escapaban. Las alarmas de una posible banda de la Europa del Este actuando en el entorno de la Bahía han saltado, pero aún no hay nada confirmado y las investigaciones siguen abiertas.

Los dueños del Restaurante Popeye son las víctimas en Chiclana, cuyo caso fue relatado por este periódico en su edición de ayer. Han sufrido dos asaltos, uno en su domicilio particular y otro en su negocio. «Que te roben dos veces en apenas quince días no es fácil de digerir. Imáginate lo qué es llegar a casa y ver que dos tipos, vestidos de negro, han entrado allí por la fuerza para robarte», comentaba ayer Mari a del Carmen López a LA VOZ, aún sobresaltada mientras recordaba el episodio del pasado domingo, cuando descubrió en su domicilio de Las Mogarizas a dos individuos, al parecer rumanos.

«Eran apenas las diez menos veinte de la noche del domingo, y habíamos decidido irnos un poco antes a casa después de trabajar en el restaurante. Cuando abrimos la puerta del garaje para acceder a la parcela, le pregunté a mi marido si había olvidado cerrar el portón de casa a media tarde. Enseguida nos dimos cuenta de que habían entrado a robarnos y vimos a dos hombres jóvenes con la cara descubierta, de tez y ropas oscuras, que llevaban unas bolsas».

Los ladrones, al ver que habían sido descubiertos, huyeron arrojando parte del suculento botín que habían conseguido. «Tiraron, sobre todo, gargantillas, relojes, algunas joyas más y algo de dinero que habían cogido de la caja fuerte. Avisamos a nuestros hijos, que estaban en el restaurante y salieron a perseguir a los ladrones. Uno de ellos, incluso golpeó con su coche el vehículo de los delincuentes y éstos huyeron saltando una tapia contigua a nuestra casa. Aprovecharon la oscuridad para huir».

Según apunta Tomás Mayo, esposo de Maria del Carmen, los ladrones «sabían perfectamente la rutina y los horarios que teníamos». Además, -prosigue-, «hace ya unos 15 días entraron a robarnos en el restaurante de madrugada. Cortaron la conexión de la alarma y se colaron por una ventana, llevándose una de las dos cajas registradoras que tenemos, con algo de dinero en metálico y varias facturas pendientes por cobrar».

3.600 euros de botín

La Guardia Civil ha tomado huellas en la vivienda y en el coche que abandonaron los ladrones. Este periódico ha podido saber que el turismo fue sustraído en Marbella. Incluso, se ha verificado la identidad de un rumano interceptado sin papeles por si tenía algo que ver con el robo. Sus víctimas, un matrimonio muy conocido en la ciudad, calcula que «los dos ladrones, más el que esperaba fuera con el vehículo en marcha, pueden haberse llevado en torno a 3.000 ó 3.600 euros en joyas; un reloj de oro grabado y varias pulseras y gargantillas».

El sentimiento de inseguridad se ha apoderado de esta familia, que ha decidido reforzar las medidas de seguridad en su domicilio. «Vamos a comprar un perro guardián y hoy mismo vienen a instalarnos rejas nuevas. Tendremos que arreglar los destrozos en la puerta de entrada y estamos pensando en poner una alarma, aunque el local sí la tenía y fíjate qué poco les costó desconectarla».