Bisturí
Actualizado: GuardarCSI volvió a ser esta semana lo más visto de la jornada. Los nuevos episodios de Las Vegas -sin duda, la hermana que más fidelidades despierta en España- se acercó a los 5,6 millones de espectadores (28,4% de share) en una de las mejores cifras de su trayectoria. Y la verdad es que, cada semana, CSI sigue dando razones para justificar este éxito: es difícil imaginar una serie mejor hecha que esta y que, además, plantee asuntos tan interesantes. Que los relatos de ficción se inclinen sobre cuestiones de la realidad viva es una tradición muy antigua; incluso puede decirse que forma parte del género, porque la ficción, o es fantasía o es realidad destilada. Sobre este paisaje, hay quien se plantea exponer reflexiones capaces de alimentar el debate social.
El episodio de esta semana sobre el culto a la belleza cosmética, es un buen ejemplo. También lo fue, y de manera superlativa, el episodio de la semana pasada sobre una niña-medicamento que había sido engendrada con el único propósito de sanar la médula de su hermano enfermo. Aquí, en España, acabamos de ver cómo pasa por las Cortes una ley de reproducción asistida que contempla, entre otras cosas, este asunto de los bebés-medicamento. También hemos visto cómo todo el mundo ha saludado la novedad con alborozo; las voces disonantes han sido escasísimas. En CSI , sin embargo, nos lo planteaban desde el punto de vista contrario: engendrar un bebé-medicamento es fabricar una persona subordinada, subalterna, cuya vida en realidad sólo vale en tanto que socorro para otra y cuya dignidad, por tanto, es más frágil, más quebradiza que la de una persona común.
El asunto es discutible, sin duda. Lo admirable es que aquí no lo haya discutido nadie. ¿O imagina alguien que cualquier relato de ficción de cualquier canal español pudiera tener la osadía de plantear una cuestión semejante en tales términos, tan políticamente incorrectos? No: los productos españoles de ficción mantienen una homogeneidad ideológica asombrosa. Por eso es tan gratificante el bisturí que aplica CSI sobre el mundo que nos rodea. Un bisturí que cala todavía más hondo que el del forense.