PAGO DEL HUMO

Tópicos de nuestro tiempo

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Tópico significa lugar, es decir, lugar común, ubicación en que una imagen, una idea, una palabra se empeñan en comparecer. En sentido estricto, no tiene por qué coincidir con la verdad ni con la mentira, pero es evidente que a ambas potencia o devalúa, según los casos. Una verdad repetida o que confluya con insistencia en un espacio puede llegara perder interés, a aburrir e ignorarse. Aquí pasa algo parecido a lo de los letreros que en los mapas indican grandes regiones geográficas. «S I B E R I A» es casi tan grande como Siberia, y naturalmente no importa ni se ve. De modo similar sucede con la mentira. Si se repite un enunciado que la escamotea, el enunciado prevalece y lo vacío y falso puede mutar a una gran verdad. Dicen, por ejemplo, eso de comulgar con ruedas de molino. ¿Es mejor hacerlo con obleas de plástico? ¿Es forzosamente peor?

Los tópicos se ponen de moda, se actualizan sin parar. Hoy es el mundo libre occidental contra el terrorismo islamista, el socialismo progresista de los de la cuota participativa femenina contra el «facherío» machista de los llamados partidos de centro, la exaltación juvenil de la libertad ante el adocenamiento reaccionario de la madurez, el amor ecologista a la naturaleza contra la destructiva especulación del capital, la majestad diabólica y universal de un grupo de rock sobre la bondadosa estolidez cofrade más o menos pueblerina o provincial, la depuración lingüística e isobornable de la poesía contra el partidismo de baja estofa y la traición indefectible de la política, etcétera, etcétera.

Reduciendo el espectro, y en un mundo tan belicoso y sangriento como éste, tan filialmente rompehuesos y mitificador usurario del estatismo, podríamos hablar de una simple noticia que no es difícil elevar a categoría. He aquí que se nos viene encima un engendro que entre otros nombres aún más sintéticos llaman «Copa Mundial de la FIFA Alemania 2006». Habrá enfrentamiento de equipos (no hace falta decir que de fútbol), pero más que contendientes deportivos, que no es poca cosa, habría que empezar a hablar ya de enemigos encarnizados. El tópico es el enfrentamiento de 11 hombres contra otros 11 para disputarse un balón e introducirlo en las recíprocas porterías contrarias, pero ese juego en sí mismo ya aburre sin otros estadios de violencia. Los contrarios son enemigos porque son los otros, porque no son ingleses, holandeses, italianos, alemanes, españoles... Son enemigos tal vez porque juegan bien, pero además porque son acaso más discretos, más civilizados, más oscuros de piel, de otra religión.

Se prepara en Europa no un acontecimiento deportivo, sino una demencial exaltación. La barbarie y la ignorancia mitificadas se hacen carne y habitan entre nosotros. Igual celebran el espectáculo del chismorreo sexual que el de las masivas concentraciones cerveceras, igual la entronización del Papa que los aniversarios de Hitler y Mussolini, un trofeo de fútbol que el exterminio de la hebrea y otras etnias en los campos de la II Guerra Mundial. Viva el espectáculo de la nada es la consigna, el espectáculo del espectáculo. Por qué hoolligan o ultrasur implicaría nazi. Por qué nazi implicaría desprecio de la vida de los otros. Por qué lo mismo Forza Nova o Braunau Bulldogs. Es urgente pensar de otro modo y contra los divertidos y criminales tópicos. Incluso los políticos deberían hacerlo alguna vez. Como le dijo Dalí a Lorca: tú eres un mal poeta, porque cuando escribes eso del jinete y el caballo das por supuesto que el primero va montado encima del segundo. A Cocteau le preguntaron: de un incendio en tu casa, ¿qué salvarías? Obviamente contestó: el fuego.