Algo está cambiando
Actualizado: GuardarHasta no hace mucho era fácil llenar una presentación de libro, una conferencia, el aforo de un congreso. Era fácil no encontrar sitio en la inauguración de la Feria del Libro o había que hacer cola para entrar en alguno de los ciclos sobre lo que fuera que se organizaban en la ciudad. Había público, en su mayor parte jóvenes y universitarios, interesados en qué se decía, en quién lo decía, aunque después se mostraran más complacientes con las copas y con los platos que ponían el postre a la charla. Hicimos largas colas para asistir a alguna obra del FIT, o para escuchar a Terenci Moix; fuimos más de quinientos en los Congresos sobre Alberti -¿qué cosas!- y sabíamos catalogar la calidad de un acto cultural por la cantidad de pescado que sobraba al final.
Pero en los últimos años algo ha cambiado y no me refiero sólo a la apatía de la juventud por todo lo que suene a medio progre, ni al cambio en los hábitos lúdico-festivos, ni siquiera al botellón.
Algo ha cambiado en esta sociedad tan rara en la que vivimos desde que en vez de irse de casa los jóvenes se empezaron a ir los abuelos. Primero fue Benidorm, luego los centros de día con sus bailes, la gimnasia, el pilates y han acabado por llenar las Universidades, las conferencias y los estadios de fútbol si se lo proponen. Ahora son los abuelos los que llenan las bibliotecas y los jóvenes los que ven pasar la vida en un banco al sol, son los mayores los que asisten a clase con la carpeta bajo el brazo y los nietos los que esperan el día diez para cobrar el paro. Algo ha cambiado. En cualquier conferencia es fácil encontrar a una pandilla de menesterosos dignos herederos de los personajes de Viridiana con hambre y sed -no de justicia- sino de croquetas, que muestran un interés inusitado por la agenda cultural de esta ciudad y por las sobras que pueden recoger al final de la charla. En cualquier presentación de libro hay veinte frikis dispuestos a tocar las palmas para luego llevarse la obra a casa -siempre me he preguntado para qué-.
Algo está cambiando y estamos rodeados de señales que lo atestiguan, los monos de China se han rebelado por falta de hembras, las dominicas buscan vocaciones con métodos poco ortodoxos, hay quien intenta contactar con Lennon a través del espiritismo, en Turquía hay unos kurdos que andan con las manos y al Monumento de las Cortes le han puesto una chimenea ¿qué nos quedará por ver?