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Del general Cúper al psicólogo Manzano

El Mallorca parecía abocado a luchar por la permanencia hasta el final del campeonato, pero la llegada del técnico jiennense a tierras baleares ha sido todo un revulsivo; con él, la afición bermellona no conoce la derrota

TEXTO:/DANIEL GUTIÉRREZ CORVO / FOTOS: LA VOZ / CÁDIZ
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Año nuevo, vida nueva. Eso debieron pensar los aficionados del Mallorca después de rozar la muerte el año pasado. Deportiva, se entiende. El conjunto bermellón estuvo enchufado a una máquina de respiración asistida durante las últimas jornadas de la pasada temporada. Fue entonces cuando un milagro de la factoría de Héctor Cúper, unido a la insolencia de un Levante que cazó el oso antes de matarlo, terminó por engancharles de nuevo a la máxima categoría del fútbol español. Sin embargo, la consecución de la Copa del Rey en el año 2003 parece haber significado el punto de partida hacia el ocaso de un equipo con más calidad de lo que registra la tabla clasificatoria. La política de desprenderse de sus mejores hombres cada temporada -Luque, Etoo, Luis García, Dani, Poli, Ibagaza, Leo Franco, Jorge López o Nené- ha terminado por desestabilizar un proyecto que superó al mismísimo técnico argentino y se ampara ahora en el cambio de mentalidad con el psicólogo Manzano. Y es que desde que el jiennense se hizo cargo del equipo la afición balear no ha visto perder a su equipo: ha derrotado al Málaga (0-2) y Real Madrid (2-1), y ha empatado con el Racing (0-0), Villarreal (1-1) y Sevilla (1-1). Los refuerzos invernales, con Basinas y Pisculichi a la cabeza, han ayudado a desplegar un fútbol ofensivo más vistoso y efectivo. Sin duda alguna, el camino para evitar el descenso.

LA PORTERÍA

Prats, el valor de la tierra y la experiencia



Manzano ha apostado por un once fijo en el que Prats es el dueño de la

portería. El veterano guardameta, muy del estilo de Armando, aunque menos ágil, destaca por su sobriedad bajo palos y su fuerte golpeo de balón con el pie, aunque a veces es inseguro en las salidas. A Moyá, uno de los porteros con mayor proyección de España, le pasa factura su bisoñez en algunas ocasiones.

LA DEFENSA

La italianización deja paso a la contundencia

El sistema defensivo es uno de los puntos que han cambiado en el Mallorca. Ninguna pareja de centrales se ha asentado como titular, lo que da una muestra de la inestabilidad de una línea excesivamente vulnerable que tampoco se cierra correctamente desde los costados. La italianización del centro de la zaga que había realizado Cúper, con Potenza y Iuliano, ha dejado paso a dos huesos duros como Ballesteros y Nunes. Ambos ofrecen centímetros, seguridad aérea y contundencia. Eso sí, eso de jugar el balón con los pies no va con ellos. En los laterales, Cortés y Fernando Navarro representan el prototipo de fajadores incansables, rápidos y con proyección ofensiva.

EL MEDIO CAMPO

Basinas, el eje que le faltaba al cuadro balear

La llegada del griego Basinas ha dado mayor equilibrio y profundidad a su juego, a la vez que permite al argentino Pereyra descolgarse más hacia el área rival y probar suerte con el disparo lejano, uno de sus fuertes. Además, el internacional heleno es un peligro botando faltas en busca de la cabeza de los centrales. Con ellos aparecen los jóvenes Jonás y Tuni. El primero era la apuesta personal de Cúper para este año y aunque no está siendo regular, en Son Moix, con su potente zancada, está dando lo mejor de sí; el segundo tiene en su capacidad técnica y su inteligencia en el campo sus mejores armas para desestabilizar un encuentro.

LA DELANTERA

Pisculichi, el socio ideal para Arango

En la zona atacante la gran aportación de Manzano ha sido situar en punta a Juan Arango y a Leonardo Pisculichi, los dos jugadores más en forma del equipo. El venezolano, con gran técnica y habilidad en el golpeo de la pelota -que se lo pregunten al propio Cádiz con el golazo que marcó en el Carranza-, es el jugador más determinante de los equipos de la zona baja; el argentino, el social ideal que le faltaba ante la inoperancia de hombres como Yordi o Choutos. En el banquillo, Víctor Casadesús y el japonés Yoshito Okubo hacen las veces de revulsivos, como el pasado domingo en el Pizjuán.