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En los orígenes de la existencia

Ayer se inició en la UCA el encuentro sobre 'La Libertad en la Historia'

TEXTO: FÁTIMA VILA / FOTOS: GONZALO HÖHR / CÁDIZ
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Hablar de libertad puede parecer inútil para los ciudadanos del todo es posible, para los habitantes de ese mundo catódico en el que todos tienen derecho a elegir hasta que el día a día les demuestra lo contrario. Tal vez por ello fue el Salón de Grados y no el Aula Magna el espacio que recibió ayer a los ponentes de la primera jornada del encuentro sobre La Libertad en la Historia. Un lugar donde coincidieron los interesados en los resortes de ese término vapuleado, cuyo devenir es clave para entender el mundo, la filosofía y la estructura social del llamado mundo occidental.

Bajo el epígrafe Libertad y ciudadanía en la Roma clásica, el catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Sevilla, Antonio Caballos Rufino, abrió el ciclo de conferencias explicando la evolución del concepto de libertad y libertades tanto en la Roma republicana como en la imperial. «A menudo usada como herramienta política, César sustituiría la vieja libertad de la República por un concepto pragmático basado en la seguridad y el bienestar como justificación del poder, muy similar a como la entendemos actualmente», aseguró el profesor para quien el vocablo significó cosas muy distintas para Pompeyo, César o Augusto.

Temas como el papel de la mujer en una sociedad en la que se la consideraba desigual pero podía llegar a asumir grandes poderes, fue alguno de los temas con los que se intentó acercar a la moralidad de un pueblo para quien «el valor de la vida y la muerte estaba supeditado a la funcionalidad para con el grupo. Por lo que el suicidio o el asesinato podían estar justificados».

Interpelado sobre la actitud de Roma hacia los pueblos conquistados -que se integraban con todos los derechos- y la posible enseñanza de esa experiencia histórica frente a los desafíos de la inmigración, Caballos matizó que, a pesar de que Roma «nunca fue racista sino integradora desde el punto de vista étnico y cultural, eso no quiere decir que no mantuviera un férreo control de las ciudades autónomas a través del sometimiento a unos principios. Todo ciudadano debía aceptar las reglas para acceder a las ventajas que suponía serlo. Algo muy diferente a la actual multiculturalidad».

Falsos mitos

La sustitución de la tradicional indefinición legislativa romana por los valores morales del cristianismos puso fin a la intervención de Caballos que pasó el testigo al coordinador del curso y profesor de la UCA, Rafael Sánchez Saus. De la servidumbre al privilegio. El concepto de libertad en la Edad Media sirvió para despejar algunos de los falsos mitos de un periodo «estigmatizado en lo que a las libertades se refiere». «En esta época se llevaron a cabo avances básicos para Europa: la liberación del campesinado y el florecimiento de las asambleas administrativas que entroncaron con el futuro parlamento moderno», aseguró. El primero supuso el establecimiento de cartas de franquicia que regulaban la relación económica y fiscal entre señores y vasallos poniendo las bases del régimen municipal. El segundo recuperó el Derecho Romano y su interpretación a partir de que «el pueblo es la fuente de autoridad política», gracias a la incorporación del Derecho Consuetudinario Germano y a la tradición de las instituciones feudales en torno a principios de igualdad entre hombres libres.

La primera de las intervenciones de la tarde hizo referencia a una «heterodoxa reflexión» de la mano de Eduardo del Pino Sánchez. A través de Libertad y objeción de conciencia en el marco del Humanismo, el profesor defendió su teoría de que el pensamiento clave del Renacimiento «es un concepto vigente en la actualidad». «Muchas corrientes actuales lo reclaman, desde partidos políticos a asociaciones cristianas o instituciones sin ánimo de lucro. La clave para distinguir y valorar su naturaleza está en cómo definen la libertad», afirma.

Para Del Pino todas la corrientes actuales pertenecen, por lo general, a dos corrientes con un denominador común: «O forman parte del llamado Humanismo Absoluto o del Humanismo Realista o Cristiano». «La diferencia está en que el primero afirma que el hombre y su libertad no están limitados por ningún concepto. El segundo asegura que está en función de su propia naturaleza y de la verdad, es la que los liberales asumen al ver al hombre como sujeto de derecho».

«El Humanismo futuro dependerá de cómo entendamos la libertad. Cuestiones sociales que ahora nos preocupan como la ingeniería genética sólo pueden entenderse en estos términos», concluyó.

La última de las conferencias corrió a cargo de Manuel Bustos Rodríguez, catedrático de Historia Moderna de la UCA, que bajo el epígrafe Libertad y libertades en la Europa del Antiguo Régimen hizo un recorrido desde los siglos XV al XIX señalando «cómo se mantiene el concepto de libertades propio del mundo medieval y cómo en los siguientes siglos se abre paso otra interpretación que tiene que ver con la libertad individual plasmada en una organización que la defiende frente al poder del Rey, el Parlamento».

Dos situaciones

Bustos llamó la atención sobre las dos formas por las que se llegó a esta concepción representadas en la Revolución Americana de 1676 y la Revolución Francesa de 1987. «La primera tuvo lugar a través del pacto y el acceso gradual. La segunda fue de forma violenta, se exige y se impone cometiendo en su nombre actos en contra de la misma».

Dos formas que están en la base del devenir y asentamiento final de la doctrina. «Con el ejemplo del parlamentarismo inglés, la opción americana cometió menos excesos y no tuvo que sucumbir ante el retroceso que para Europa fue la dictadura de Napoleón y la restauración monárquica».

Cerrada con una mesa redonda moderada por Carmen Noya, la primera sesión sentó las bases de la jornada de hoy en la que se atajarán algunos de los más controvertidos temas de la actualidad como la libertad en el Islam, la sociedad burguesa o el escenario multicultural.