LA COLUMNA

Maragall y la bravuconada de don Gil

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Para que todo el mundo supiera lo poderoso que era, Don Gil Bayle, caballero principal de Baeza en 1390, dueño y señor de un vasto dominio hizo grabar debajo de su escudo un letrero que rezaba: «De río a río, todo es mío». Y mandó poner carteles en las lindes de sus fincas que decían: «Esta tierra es de Gil Bayle, que no morirá de sed ni de hambre. Lamentablemente, don Gil desapareció durante una cacería y pese a las frecuentes batidas de sus deudos y amigos no fue encontrado hasta muchos años después. Muerto de sed y de hambre, su esqueleto fue hallado en el fondo de una sima ciñendo aún los arreos de caza.

Va a ser verdad aquello que sosteníamos algunos de que Maragall iba a lucir la túnica del poder pero el cetro lo llevaría Carod-Rovira. Ayer quedo demostrado. Tras reunirse por la tarde con la cúpula de ERC -el propio Carod-Rovira, Joan Puigcercós y Josep Bargalló- Maragall aceptó las disculpas de su conseller de Gobernación, Josep Carretero, de ERC, en vez de destituirle como pretendía hacer por haber dicho en una entrevista publicada el día antes en La Vanguardia que Zapatero es «el principal culpable de este inmenso desastre del Estatut», que «enredó al personal diciendo que daría su apoyo y aprobaría el Estatuto que saliera del Parlament» y que «esperaba que fuera un españolista inteligente y al final sólo ha sido un españolista demagogo».

Carretero ha emitido un comunicado ambiguo en el que defiende sus opiniones como militante de ERC, aunque lamenta que, «fuera de contexto, puedan afectar de manera no positiva la dinámica de acción unitaria del gobierno catalán, así como sus relaciones con otros gobiernos». Maragall, por la cuenta que le tiene, ha aceptado como disculpa algo que es una reafirmación. Y la bravata, baladronada, jactancia, fanfarronada sobre su poder y capacidad de supervivencia puede terminar como la de don Gil Bayle. En una cacería. Por cierto de aquella bravuconada de don Gil procede la palabra gilipollez.