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Bush intenta propagar su optimista visión de un Irak pacífico y democrático

El debate político en Washington se centra en polemizar sobre si la crisis ya ha degenerado hasta la guerra civil

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Al comenzar el cuarto año de guerra en Irak, pese a los iniciales planes del Pentágono para una rápida retirada en otoño de 2003, el presidente de Estados Unidos, George W. Bush, se desplazó ayer hasta Ohio -el ombligo electoral del gigante americano- para propagar su visión optimista sobre el conflicto que ha empezado a monopolizar su paso por la Casa Blanca. Ante una audiencia de mil personas reunidas en un céntrico hotel de Cleveland, insistió en que, pese a las «horrorosas imágenes» divulgadas a diario por los medios de comunicación, existen motivos para anticipar un Irak pacífico, unido y democrático.

El inquilino de la Casa Blanca reconoció entender las dudas generadas en la opinión pública norteamericana, aunque insistió categóricamente en que «Estados Unidos no abandonará Irak», reafirmando una vez más que «la decisión de sacar a Sadam Hussein fue la correcta». Según argumentó Bush, la evidencia de progreso es mucho más difícil de capturar en informaciones periodísticas que los atentados y asesinatos diarios, ya que los vídeos de niños jugando en la calle o tiendas abiertas nunca serán tan dramáticos como las imágenes de explosiones y cadáveres.

Como ejemplo de las cosas positivas que él ve en Irak, el presidente destacó con toda clase de detalles el caso de la ciudad de Tal Afar, donde se estaría estabilizando la situación «bloque a bloque» después de haber sido una zona de significativa actividad insurgente. En septiembre pasado, las fuerzas norteamericanas lanzaron una definitiva ofensiva contra ese objetivo al norte del país del Golfo, acompañada por un esfuerzo de reconstrucción y despliegue de fuerzas de seguridad locales. Tácticas que el propio Bush describió como resultado de «mucho ensayo y error», además de claro ejemplo de lo que empieza a funcionar en Irak.

Punto sin retorno

El discurso en Cleveland -donde también contestó a preguntas del público incluida una peregrina cuestión sobre si la crisis estaría vinculada con las predicciones apocalípticas de la Biblia- se produjo al día siguiente de cumplirse el tercer aniversario de la invasión en búsqueda de armas de destrucción masiva. Una guerra y posguerra que han costado la vida a más de 2.300 soldados estadounidenses y al menos a 33.000 iraquíes, con una situación de multiplicada violencia sectaria que ha bloqueado la formación de un Gobierno de unidad nacional después de las elecciones parlamentarias celebradas en diciembre para formar una Asamblea Nacional con 275 escaños.

La última fase sobre la polémica constante generada en Washington por la situación en Irak se centra en debatir si el país árabe ha entrado o no en una situación de guerra civil. En ese cargado debate resuenan las declaraciones realizadas el fin de semana a la BBC por del ex primer ministro iraquí Iyad Alawi, que afirmó que su país se acerca a un punto sin retorno. Según Alawi, «se pierden una media de 50 a 60 vidas al día, quizá más. Y si esto no es una guerra civil, entonces Dios sabrá lo que es una guerra civil».

Punto de vista pesimista compartido por la oposición demócrata al presidente Bush, pero también por algunos de sus correligionarios en el Congreso federal. Según el senador republicano Chuck Hagel, Irak se encuentra ya sumido en «una guerra civil de bajo grado», conclusión compartida por una creciente mayoría de la opinión pública de Estados Unidos. Sin embargo, el general George W. Casey, comandante de los 133.000 efectivos de Estados Unidos desplegados en Irak, insistió el fin de semana en rechazar el diagnostico de guerra civil, tanto en la actualidad como en un inevitable futuro.