Es noticia:
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizActualidad
MUNDO

Berlusconi desata una guerra sin precedentes con la patronal italiana

ÍÑIGO DOMÍNGUEZ/CORRESPONSAL. ROMA
Actualizado:

El sorprendente show del sábado de Silvio Berlusconi en un congreso de Confindustria, la patronal italiana, ha significado una insólita declaración de guerra a la clase empresarial y ha creado un enfrentamiento histórico entre un candidato del centroderecha y la élite capitalista que ayer llegó a su punto culminante. A los ojos de Berlusconi también Confindustria, severa con el Gobierno, ha pasado a engrosar las filas de los comunistas, una conspiración donde ya están jueces y periodistas. Pero han sido sobre todo sus formas las que han llevado al vicepresidente de la organización, Andrea Pininfarina, a calificar la escena del primer ministro como «antidemocrática, antiliberal y ofensiva». Además, le sugirió volver a la universidad a estudiar economía.

Otra acusación venenosa ha hecho mucho daño: en su vena más populista Berlusconi afirmó que la base de la pequeña empresa está con él y no comparte la postura crítica de sus dirigentes, una aristocracia con intereses propios que no sería representativa. Una nota de la entidad, dirigida por el presidente de FIAT, Luca Cordero de Montezemolo, reafirmó su independencia política y declaró «inaceptable» el intento de Berlusconi de «desligitimar» a la organización. El magnate se apoya en los aplausos de parte del auditorio, aunque no está claro si tuvieron algo que ver sus 250 simpatizantes que entraron en la sala. Su portavoz replicó ayer que las declaraciones de Confindustria son «injuriosas».

Contraataque

El sábado Il Cavaliere decidió pasar al contraataque tras su frustrante papel en el debate con Prodi, y lo hizo como mejor sabe: por la calle de en medio y dando rienda suelta a su instinto. Tras anunciar que no acudiría al convenio de Vicenza por una lumbalgia, apareció por sorpresa cojeando (ayer se discutía si era verdad o parte del número), se adueñó del escenario micrófono en mano y atacó a todo lo que se movía: acusó a los empresarios que apoyan a la izquierda de «tener esqueletos en el armario» y les pidió trabajar más e irse menos de vacaciones. Berlusconi, que prometió un millón de empleos, sigue basando su mensaje en el optimismo y por eso le llevan los demonios si le hablan de crisis económica con los números en la mano. Culpó de este «pesimismo inventado» a la prensa, que «pone en peligro la democracia».

Todo esto a voces, rojo de ira y en un ambiente tenso que parecía el de una gran bronca escolar. Dio la sensación de una importante pérdida de papeles, sobre todo después del diálogo sereno que dominó el día anterior la intervención de Prodi.