El Nobel de Literatura, Wole Soyinka, visita España para defender la poesía
Actualizado:El nigeriano Wole Soyinka, Premio Nobel de Literatura en 1986, aseguró ayer en Oviedo que es «un error pensar que la poesía tiene que ser muy solemne», y defendió esta ex-presión artística como un «reto mental y lingüístico», y «también de sensibilidad».
Wole Soyinka, seudónimo de Akinwande Oluwole Soyinka, realizó estas declaraciones en la capital asturiana antes de iniciar su viaje hacia la localidad de Cangas del Narcea, en el suroccidente de la región, donde ofreció un recital poético junto a José Manuel Caballero Bonald en el marco de los actos por el XXV Aniversario de los Premios Príncipe de Asturias.
Dramaturgo, poeta, novelista, conferenciante, crítico, catedrático, actor, traductor, político y editor nigeriano, Soyinka aseguró en la víspera de la celebración del Día Mundial de la Poesía que este genero literario «no puede evitar tomar su materia base de la humana», pero indicó que «por supuesto, trasciende lo que es obvio, lo mundano».
Respecto al compromiso de la poesía con la sociedad, Soyinka cree que «no es cuestión de responsabilidad», sino que «deriva» de la sociedad y de las relaciones humanas, y eso es lo que «define la importancia de la poesía en la sociedad».
Poesía y teatro
Sobre la relación entre poesía y teatro, lamentó no haber podido asistir al acto celebrado en Oviedo con el que se inauguraron los recitales que reúnen en el Principado a cerca de cuarenta autores convocados por la Fundación Príncipe de Asturias.
«El engarce entre poesía y teatro es obvio porque intenta profundizar en emociones, y el teatro hace los mismo, pero de manera más dinámica», aseveró el escritor, quien añadió: «Tienen una parecido muy íntimo, y siempre existe una unión entre ambos, sea cual sea la cultura».
Soyinka se refirió al mo-mento que atraviesa la poesía, apuntando que «en tiempos de equilibrio social», su consumo aumenta para poder vivir esa situación, mientras que en periodos «de brutalidad» se convierte en «consuelo».
Reconoció que durante el año, del que vive un tercio en Estados Unidos, otros dos en Europa y Nigeria, y el resto del tiempo en los aviones, le gusta «inmiscuirse» en los epicentros de las grandes ciudades, pero donde se encuentra «a gusto» es lejos de ellos, por ejemplo en su casa, a una hora de coche de Lagos.