El PSOE desiste de intentar convencer a Esquerra para que apoye el 'Estatut'
«El debate no da más de sí», advierte Rubalcaba a los republicanos, que se plantean pedir la abstención en el referéndum final tras rechazar el texto en las Cortes
Actualizado:El PSOE lanzó ayer un mensaje contundente a Esquerra Republicana de Catalunya (ERC): el barco estatutario está listo para partir y lo hará con o sin su participación. El portavoz socialista en el Congreso de los Diputados, Alfredo Pérez Rubalcaba, dejó claro que ya no moverá más fichas para lograr la adhesión de los republicanos al acuerdo. A pesar de que sigue considerando «mejor» que los independentistas «estén» en el pacto, aseguró que «el debate no da más de sí». «Lo que corresponde ahora es que cada cual tome su decisión pensando en el interés del ciudadano», sentenció.
La reacción de los socialistas cogió de sorpresa a los dirigentes de ERC. Tras la multitudinaria manifestación del pasado sábado en Barcelona, en la que miles de personas clamaron por el «derecho a decidir de la nación catalana», esperaban un gesto por parte del Gobierno. Sobre todo, después de que el propio José Luis Rodríguez Zapatero llamara al portavoz republicano, Joan Puigcercós, y se mostrara interesado por sus demandas.
Igualdad
El dirigente republicano insistió en que la financiación «se ha cerrado en falso» y -según su propio testimonio- trasladó al jefe del Ejecutivo la «sensación» de que Cataluña se quedó atrás durante la transición por su ansia de ser «leal» y consolidar la democracia en España, mientras el País Vasco sacó réditos de su conflicto. A su juicio, los catalanes no entenderían que eso volviera a suceder. Por eso reclamó un compromiso para igualar en el futuro la situación de Cataluña a la de esa comunidad autónoma, tanto en financiación como en reconocimiento identitario.
Lo que Puigcercós no dejó claro es cómo se concretaría ese compromiso. Algunos entendieron que sería una cláusula similar a la recogida en el Estatuto valenciano (la llamada cláusula Camps) en la que la comunidad se reserva el derecho de asumir en adelante las competencias alcanzadas por otras autonomías en próximas reformas estatutarias. Según varias fuentes, esa disposición carece de efectividad jurídica. En cualquier caso, Pérez Rubalcaba dejó claro que no la vería con buenos ojos.
El portavoz socialista aseguró que nadie le ha hecho llegar la propuesta, pero avanzó que no es partidario de «cláusulas equiparativas» que, entre otras cosas, dijo, son contrarias a la Constitución. «La época de las fotocopias -avisó- se ha acabado».
Los propios republicanos son conscientes de que su demanda tiene difícil cumplimiento y se sienten cada vez más abocados a votar en contra del proyecto estatutario que aprueben las Cortes Generales. Aún así, pretenden seguir dando ciertas batallas que les permitan modular su postura una vez se convoque el referéndum. Fuentes de la dirección de ERC creen que lo más conveniente sería ir al plebiscito defendiendo la abstención. «Queremos avalar una parte del Estatuto -argumentan- pero no vamos a legitimarlo, entre otras cosas, porque nos interesa mantener el conflicto con España».
Quedarse sin discurso
Los independentistas temen quedarse sin discurso para los años venideros y, además, les asusta pensar que se verían debilitados si como parte de la «resolución del conflicto vasco» , otros logran más que ellos. «Hablamos del reconocimiento de Euskalherria o de la transferencia de la Seguridad Social, de la que sabemos que hace tiempo que hablan», dicen. Lo que tienen claro es que no propugnarán el «no» en el plebiscito porque, a su juicio, en Cataluña no hay «musculatura popular» suficiente como para que esa posición se entendiera.
El PSOE, consciente de que ERC se adentra en una senda sin retorno, se muestra cada vez más firme. Puigcercós esperaba que ayer, en el pleno del Congreso, los socialistas hicieran algún gesto. Su grupo presentó una moción para instar al Gobierno a transferir a Cataluña las competencias y la titularidad en materia de puertos y aeropuertos. Pero la contraoferta de Rubalcaba para establecer un consorcio de mayoría estatal encargado de la gestión de estas infraestructuras, no satisfizo sus expectativas.