ERC, al monte
Actualizado:La manifestación del sábado en la Gran Vía barcelonesa, capitalizada abiertamente por Esquerra Republicana, aunque en realidad había sido convocada por una plataforma de más de seiscientas organizaciones culturales y cívicas, fue un éxito evidente, que sin embargo hipoteca por completo a dicha formación independentista, cuya estrategia ya deberá supeditarse en adelante al sentido de la propia movilización y le sitúa nítidamente en el terreno de la radicalidad.
La multitudinaria convocatoria estuvo centrada explícitamente en dos ideas: la de que Cataluña es una nación y la de que el Estatuto ha de ser promulgado sin modificaciones tal como fue aprobado por el Parlament de Cataluña. En este sentido se pronunciaron, pues, miles de ciudadanos que secundaron la marcha. Tras esta escenificación, es claro que Carod Rovira ya no podrá quebrar su estrategia ni traicionar a sus seguidores dejando a su partido alineado definitivamente en las redes del «no».
Los efectos colaterales perjudicarán indefectiblemente a la estabilidad del tripartito, basado en el pacto del Tinell, que se centraba en la reforma del Estatuto dejando este acuerdo de legislatura sin el principal de sus activos y el sentido último de la alianza. Si antes no se rompe la coalición, el «sí» de Maragall en el próximo referéndum deberá convivir con el «no» de Carod Rovira en una dicotomía esquizofrénica. Y en todo caso, el Gobierno de la Generalitat tendrá que renunciar a su cándida idea de soslayar la cuestión estatutaria, centrarse en gobernar y comunicar a los ciudadanos una acción de poder que, de momento, más de dos años después de las elecciones, aún no se ha hecho notar prácticamente nada.
Con la excepción de Maragall, que ve frustrado casi todo delante de él, pocos lamentarán este confinamiento de ERC en su nicho independentista y radical. El escenario beneficia la maniobra de Zapatero de cambiar de aliado, ofreciendo a CiU recuperar el espacio político perdido a costa de dejar en la estacada a su compañero de partido Pasqual Maragall y al PSC en una difícil situación. Pero el desenlace de este enredo político, que ha provocado una gran tensión política en el conjunto de España, sólo podrá visualizarse cuando culminen los trabajos de la reforma estatutaria y el resultado contenga los elementos para satisfacer al nacionalismo catalán, sin provocar la frustración de otras comunidades.