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EE UU entrena a los chóferes de autobuses escolares para buscar presuntos terroristas

El programa, dirigido a más de 600.000 conductores, ya ha costado 42 millones de euros al Gobierno

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Los familiares autobuses amarillos que llevan a los niños a las escuelas de Estados Unidos han dejado de ser tan inocentes como parecen. Dentro, cada conductor vigila atentamente los barrios por los que atraviesa en busca de «presuntos terroristas». Sus sospechas tienen línea directa con el Departamento de Seguridad Interior, que los entrena para que les sirvan de ojos y oídos.

Un coche desconocido, alguien tomando fotos o dibujando bocetos. Cualquiera de estas actividades es considerada sospechosa bajo el entrenamiento que el programa School Bus Watch quiere proporcionar a más de 600.000 conductores escolares para convertirlos en espías del Gobierno.

En realidad se trata de una expansión del programa Highway Watch, que en los últimos dos años ha reclutado a los camioneros para vigilar señales tan ambiguas como la presencia de extranjeros en zonas no turísticas o la de personas que visten abultadas chaquetas en temperaturas cálidas.

Exaltar el patriotismo

Los entrenamientos son breves, vídeos, una charla sobre la importancia de su colaboración, señales que observar y un número de teléfono al que llamar. El sospechoso en cuestión no será abordado por el conductor, sino que recibirá la visita de un agente.

«Los terroristas no podrán realizar simulacros de sus atentados sin que los detectéis», les dijo el experto en seguridad Jeffrey Beatty en una clase. Con ello también se exalta el orgullo y el patriotismo de los conductores, que con esta misión sienten que realizan un papel importante para la defensa de su país.

«Cada día vas a trabajar para ganarte la vida. Resuelves problemas para los clientes y tu empresa. Trabajas duro para mantener a tu familia. ¿Qué pasaría si tu vehículo fuera usado como arma terrorista? ¿Si las carreteras, túneles y puentes que atraviesas fueran destruidos? ¿Si la Policía tuviera que registrar cada vehículo e instalación por miedo a un ataque terrorista?». Con ese anuncio la organización engancha a los conductores para que asistan a los cursos gratuitos, que ya han costado al Gobierno federal 42 millones de euros.

No todos lo ven como algo positivo. John Rolling, ex agente de Seguridad, teme que planes como éste conviertan a EE UU en una sociedad en la que todos se espían.