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Los mosquitos y los malos olores se hacen endémicos en Almirante Vierna

Los vecinos de esta calle y de Doctor Fleming no se resignan a que el solar paralizado por la justicia sea un vertedero

MABEL CABALLERO/CÁDIZ
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Latas de refrescos, papeles, ladrillos, restos de otras construcciones, un secador y hasta un colchón. El solar paralizado en la calle Almirante Vierna se ha convertido en un vertedero con todas las de la ley. Con mosquitos incluidos, aguas freáticas y la amenaza de los roedores. Todo un paraíso de basura en una manzana donde los pisos se venden entre 300.000 y 600.000 euros.

Las cosas siguen como estaban hace medio año, cuando este periódico habló con los vecinos y otros afectados. Es más, al alargarse esta situación de insalubridad, ya han optado por tomar medidas en sus propias viviendas: clausurar ventanas por el mal olor, comprar mosquiteros, proteger muebles y despensas contra la amenaza de los roedores...

Es el caso de una vecina que vive en la planta baja del edificio colindante al solar, Asunción Gallardón. «El año pasado las ratas se me colaron en la casa -comenta- y cuando llamé a Salud Pública vinieron a fumigar pero ya me advirtieron que en dos días podrían volver». La vecina comenta, entre resignada e indignada, que ahora no sabe si hay roedores, «porque he tenido que clausurar la habitación del patio».

Los malos olores, además, afectan también a los pisos de la calle Doctor Fleming. En algunos casos, han tenido que renunciar a asomarse a sus ventanas (que son precisamente las que están orientadas hacia el mar) porque el olor es insufrible.

Armados con repelentes

El otro gran problema son los mosquitos. «Antes no había en esta época del año», relata Pilar Díaz, vecina de Doctor Fleming, y ahora deben echar mano de los repelentes y los mosquiteros.

Lo cierto es que, además de los olores, la suciedad y la necesidad de fumigar, la imagen que da el solar es deplorable. La verja prácticamente no existe o mejor dicho, no se mantiene en pie. El agua ocupa gran parte del solar. Hasta el cartel de «Prohibido el paso a toda persona ajena a esta obra» ya no se puede leer, doblado, sucio y oculto por el follaje.

Para los vecinos este abandono es algo incomprensible. De hecho, no pretenden que se reanuden las obras, sino que se limpie el solar, se rellene con arena u otro material hasta que desaparezca el agua y se valle en condiciones. «Eso se hace en un par de días como mucho y para una constructora, no supone mucho dinero. Para los vecinos sí».

Pero llama la atención que los residentes en Doctor Fleming y Almirante Vierna, que son los afectados, no cuenten con una voz unida a la hora de dirigirse a las instituciones. Eso tal vez podría explicar el hecho de que la presión ejercida no haya sido suficiente como para motivar al Ayuntamiento a tomar cartas en el asunto.

Aunque si hay que hablar de cartas, son decenas las que se han enviado a todas las instituciones y muchas de ellas, al Ayuntamiento. Hubo algunos intentos de formar una plataforma de las asociaciones de vecinos, pero la iniciativa se quedó sólo en intención.

Actuación municipal

El Ayuntamiento, por su parte, se limita a enviar a los propietarios requerimientos para que adecenten el lugar. El concejal de Urbanismo, José Loaiza, asegura que eso es todo lo que pueden hacer. Eso y apelar a la conciencia ciudadana para que no sigan depositando basura, muebles y otros objetos en el solar.

La resolución del conflicto, por lo tanto, parece estar sólo en manos del juez. De momento, el proceso que abrieron los propietarios del chalé afectado por la construcción de las viviendas sigue en los tribunales. De hecho, según ha podido saber LA VOZ, los dueños del chalé han contratado los servicios de un laboratorio que cada cierto tiempo analiza el estado de los grietas y los posibles riesgos. El resquebrajamiento del edificio colindante al solar es, desde luego, visible desde el exterior, aunque en el interior, aseguran, las grietas son aún más espectaculares.

Por si fuera poco, la situación puede empeorar en estos días con los carnavales, ya que la zona se convierte en lugar de acampada y cuando llega el verano, con el trofeo, Almirante Vierna se transforma en un urinario público.