Un bajantemoto
Actualizado: GuardarEl barrio de La Viña lleva un mes de infarto. Si hace dos semanas la opa hostil del asador de pollos del Corralón provocaba una riada de comentarios ahora uno de los mitos del barrio, el maremoto de 1755 se cae y el milagro de los milagros, puede quedarse en casi chapú mariano.
De nuevo la prensa viñera está a la vanguardia. Esta vez es el Lubet Inglish Buletin, una revista que se edita para la comunidad de habla inglesa de la calle Lubet, la que se ha atrevido a publicar las averiguaciones del historiador japonés Yasuhiro Takanata, conocido en el mundo universitario como el tiraopalante de Osaka por sus osadas averiguaciones. Takanata es el mismo que publicó un trabajo de investigación en el que negaba la existencia de Vicky el Vikingo y otro en el que se muestra contrario a la denominación de atún de Barbate afirmando que estos no existen y son tan solo peces espada pacifistas, que se niegan a portar armas en la cara.
Yasuhiro aprovechó unas obras de Ono en la calle de La Palma para arrancar un trozo de sustrato del suelo. El japonés se hizo pasar por un arqueólogo de la Junta de Andalucía y logró llevarse la arena en 25 bolsas de Hipersol que cargó en un taxi, que todavía no ha devuelto. Ya en su laboratorio de Osaka, Yasuhiro realizó sus investigaciones en constante contacto con Perico El Nabo, un técnico en chapús y tuberías de aguas mayores con oficinas en la calle Encarnación y que se ha encargado todo este tiempo del trabajo de campo. Ahí está el primer fallo de Takanata porque todo el mundo sabe que en La Viña no hay campo ni de furbo y la única tierra que hay está en las macetas...y en los caracoles que ponen algunos bares en Verano. (Toma pullita, Fransuá).
Tres años después de haberse hecho con la arena Takanata ha publicado sus conclusiones en las que niega que hubiera un maremoto, lo que podría estropear un mogollón de pasodobles que deberían de volver a ser escritos. La misma chirigota viñera de Las que salieron del bote estaban ya en la jornada de ayer rehaciendo su repertorio para incluir la rotura del bajante en caso de que vayan a la final. El problema que tenían es que fontanero tiene difícil rima, según aseguraron a este periódico Paco Cárdenas y Ramón Peñalver, los letristas del grupo. El japonés tirao palante se pregunta como es que el cura que porta el estandarte de la Virgen de la Palma y que aparece en las pinturas no lleva los zapatos mojaos si dice que se metió hasta las rodillas para parar las aguas. El investigador es muy cortante en este tema: «Ese no se mojó ni el dobladillo de la sotana y en todo caso lo que hizo fue decirle al monaguillo que se mojara él, que tolera mejó la humedad».
Otra de las cuestiones que analiza el historiador es el color del agua «que es amarrón y no verde ola. El amarrón ya sabemos que es propio de agua de bajante y hay otro dato fundamental y es la alta presencia de cal en los análisi, con lo que primero no utilizaban Calgón y segundo, el agua provenía de lavadora automática y, en concreto, de un programa corto especial para lavar camisas, concluyó. Es más si el agua hubiera venido de La Caleta habría restos de champú porque como todo el mundo sabe era costumbre lavarse la cabeza en esa playa en bajamar y luego todo el barrio apestaba a burgaíllo».
Finalmente, otro dato fundamental es que en el sustrato de arena no ha aparecido ninguna espina de caballa caletera y, sin embargo, si aparecen varios pellejos de perca del Nilo y un resto de plástico de un paquete de chícharos de tamaño mediano de Frudesa. El historiador se pregunta en voz alta ¿son la perca del nilo, probablemente empaná porque hay restos de pan rallao fosilizado y los chícharos de Frudesa especies caleteras? ¿Si las aguas vinieran de La Caleta no habría espinas de caballa, ojitos de chapetones, patitas de cangrejo y huevecitas de erizo? Decía el japonés como si fuera compositor de pasodobles.
El historiador concluye, ante todas estas evidencias, que las inundaciones habidas en la calle de La Palma en el año 1755 no se debieron a ninguna ola desbocada sino a una gran bocada que le dieron a un bajante del segundo piso del número 8 de la calle de La Palma. Al parecer el bajante se rompió de cuajo y el agua se desparramó por las escaleras como si fuera la antigua cascada del parque y en pocos minutos todo se puso como la barriada de Loreto en la década de los 70. Takanata señala que los hechos se agravaron porque «en el barrio de la Viña el agua cae pabajo».
En cuanto a la presencia del estandarte Takanata es concluyente: Lo que ocurría es que el cura estaba ensayando para la procesión y como le cogió todo el jaleo se acercó para ver lo que pasaba, pero vamos el tío no recogió ni un cubo de agua. Es más, me contó el otro día uno que para en Casa Tino que dijo...bueno yo estoy en el Carapapa, que es la hora del vaso de las ocho...Llamarme si hago falta. Habemus Papa...pero con choco, dijo el gachó.