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JOSÉ MANUEL SÁNCHEZ GEY TENIENTE CORONEL

«En El Anteojos no creo que se hablara del Golpe»

C. S./CÁDIZ
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El teniente coronel José Manuel Sánchez Gey recuerda con nitidez aquel 23 de febrero de 1981. Han pasado 25 años y es capaz de detallar con precisión una jornada en la que una comida en el antiguo restaurante El Anteojos de la capital gaditana desató todo tipo de rumores, probablemente, infundados, y en la que la calma fue la tónica dominante.

- ¿Qué hay de cierto en el conocimiento que se pudiera tener desde la esfera militar de Cádiz del Golpe?

- Creo que ninguno. En aquel momento era ayudante de campo del general gobernador militar de Cádiz y recuerdo que aquel día estaba de visita el teniente general José Vega Rodríguez, que estaba en activo pero sin destino, al que fui a saludar. Como le conocía, me invitó a comer al restaurante El Anteojos, junto al general gobernador Luis Cuervo Pita, aunque yo decliné la invitación. Si en aquella comida se habló algo o no del Golpe, no lo sé. Lo que sí sé es que cuando sucedió, Vega Rodríguez se marchó. Ese hombre abierto y sincero que era Cuervo Pita me contó que en aquella comida se hablaron de muchas cosas pero me confesó: No creo que Pepe supiera nada. Tampoco sé si el teniente general Vega Rodríguez durmió la noche del 23-F en la residencia militar de Cortadura o no, lo que sí puedo decir, es que luego no se supo nada de él.

- ¿Cómo se vivió esa jornada en las distintas instalaciones militares de la provincia?

- Con muy poca comunicación, alguna con Capitanía, que ordenó: Quietos, que aquí no pasa nada. No se tomó ninguna medida, salvo un tipo de alerta mínima, del más bajo nivel, más bien una prevención, y desde luego, no se acuarteló a nadie. Hubo tal tranquilidad, que mi general me dijo: Tú madrugas mucho para ir a misa, ¿por qué no te vas a dormir? Serían las 2.00 ó las 3.00 de la madrugada. Eso prueba la calma que hubo que, en gran medida, se debió al mensaje del Rey. Eso procuró un gran sosiego a todos.

- ¿Cómo interpretaron el golpe?

-Hubo desconcierto sobre qué es lo que iba a pasar. El general Cuervo Pita no tenía ningún aviso previo. ¿Lo tenían otros? No lo sé. Y se especulaba con algunos nombres. A título personal, a mí me pareció todo una locura y que estaba cogido con alfileres. En los días posteriores, no se quiso hablar mucho del asunto. Es como si se hubiera dado la orden de que no hubiera ningún comentario. Entiendo que el sentimiento militar generalizado pudiera estar con la esencia del Golpe, pero desde luego no con las formas.

- Un año después, los golpistas fueron juzgados.

- Fue un delito y como tal tuvo que ser juzgado. Si la Justicia fue o no blanda, no sé decirlo. Ellos se levantaron en armas contra el poder constituido y eso es un delito.

-El Castillo de Santa Catalina, entonces prisión militar, acogió a algunos de los golpistas.

- Efectivamente, estuvieron presos en Santa Catalina, pero por poco tiempo. Al que recuerdo es al coronel José Ignacio San Martín. En mi deber como militar y como persona, haciendo caso al dicho de «odia el delito y compadece al delincuente», fui a saludarle y charlar con él, pero luego desistí de volver a hacerlo. Fue una visita no grata y le consideré muy poco discreto. El otro golpista preso en Santa Catalina no recuerdo quién fue, porque estuvo apenas unos días.

- ¿Cree que aquel acontecimiento perjudicó la imagen de las Fuerzas Armadas?

-Fue un momento triste, si no llegó a serlo para España, porque no pasó nada, sí lo fue para el Ejército, que se desprestigió un poco. Gracias a que fue una cosa tan accidental, ese prestigio se recuperó y se mantiene, aunque la visión de la Defensa sea ahora distinta. Lo que quedó claro es que el nostálgico es peligroso y que la única nostalgia bonita es la del amor.