La ciudad de la libertad
Actualizado:Cualquier acontecimiento de importancia representa por sí mismo una oportunidad. La experiencia de expos, olimpiadas y demás carrusel de acontecimientos nos muestra un camino para conseguir proyección internacional e inversión pública, si se hacen las cosas con inteligencia. El Bicentenario de las Cortes y la Constitución reúne este requisito para la Bahía de Cádiz, de manera especial para San Fernando y la capital. Hay que tener en cuenta que no es ni la carta a los Reyes Magos ni el bálsamo de Fierabrás. No va a ser la panacea a todos los males ni a los atrasos históricos ni tampoco podemos poner en esta cesta todo lo que queremos hacer y no podemos por falta de recursos, desde un campo de fútbol a un colegio. Hay tareas que seguirán siendo responsabilidad de cada institución. No se puede actuar con malicia a la hora de pedir inversiones descabelladas ni se puede utilizar el acontecimiento para tapar las vergüenzas de cada cual. El Bicentenario es, sobre todo, una oportunidad para el desarrollo. Hay que ser inteligentes y concitar el mayor de los consensos posibles sobre unos objetivos claros y aceptados. Consensos entre las instituciones primero, entre las fuerzas políticas después y entre los colectivos sociales y la ciudadanía al final. Hay que trazar un proyecto claro con unos objetivos asumibles y ambiciosos que puedan realizarse entre todos. En definitiva, establecer con claridad qué queremos hacer y agrupar en torno al proyecto a la mayor cantidad posible de instituciones, partidos y asociaciones. Es la manera de que se consigan los objetivos. Para todo ello hay que tener grandeza, amplitud de miras. No se puede utilizar el acontecimiento como arma arrojadiza. No hay que asustarse porque haya debate político. Estamos en democracia y los partidos obedecen a ideologías distintas y actitudes vitales diferentes. Lo que hay que saber es acordar lo esencial y ponerse manos a la obra. El debate está bien, pero el sectarismo es una calamidad. Y esconderse detrás de los lamentos, las quejas y la crítica muchas veces lo que quiere decir es que no se sabe qué hacer, más allá de dos o tres muestras folklóricas o ponerle nombre a una tapa. La capacidad de integración y la elaboración de un proyecto deben ser tarea fundamental de las instituciones y, entre todas ellas, del Ayuntamiento de Cádiz, que tiene una mayor cuota de responsabilidad, de la misma manera que la ciudad tiene una mayor potencialidad de beneficio.
No se trata de hacer una lista de inversiones ni de una relación de acontecimientos. Hay que hacer un proyecto, debatirlo y acordarlo para trabajar en su consecución. Las fórmulas jurídicas son lo de menos si obedecen a esta idea. Comisiones nacionales, locales, consorcios y demás son fórmulas como cualquiera si se hacen con proyectos inteligentes, de manera concertada y por las personas adecuadas.
A mi modesto entender, hay dos asuntos que deben ser los pilares de todo el proyecto: América y la libertad, que fueron las dos razones de ser de la primera Constitución española. Conseguir para Cádiz el título de la ciudad de la libertad y de la capital americana de Europa son dos conceptos que se pueden transformar en cientos de proyectos concretos que redunden en inversiones y en proyección internacional. Es bueno que haya reuniones del mayor nivel en la ciudad: cumbres iberoamericanas y europeas, reuniones de ministros, de instancias de todo tipo. Es oportuno que todos los acontecimientos periódicos de la ciudad en cine, música, teatro y hasta en las fiesta populares, tengan ese doble cariz y se vayan preparando al respecto. Es necesario que la ciudad posea todos los títulos y capitalidades posibles. Resulta imprescindible que se proceda a la rehabilitación y puesta en valor de todas las defensas y castillos (incluidos Sancti Petri, San Lorenzo y hasta lo que queda del Trocadero), así como de otros edificios nobles. Hay que darle publicidad al acontecimiento en toda Europa y, sobre todo, en América .
Quizás sea tarde y complicado, pero hubiera sido muy interesante una exposición internacional o universal sobre la libertad que utilizase los edificios singulares de la ciudad como pabellones o sedes, con lo que se conseguiría su rehabilitación y la de todo el centro histórico. La Expo del Agua de Zaragoza quizás impida que ahora se haga un proyecto como el señalado. Otro asunto de primer orden sería establecer una relación especial con todas las comisiones del bicentenario de la independencia que se están creando por América. Ya están constituidas en Chile, Argentina, Venezuela y México, pero es posible que se constituyan en la mayoría de los países iberoamericanos. Una interactuación con estas comisiones y con estos acontecimientos conviene a la ciudad y al proyecto del Bicentenario de la Constitución.
Si se actúa con inteligencia y planificación, si se implica a todo el mundo, el resultado será un éxito y no habrá que lamentar en el futuro la oportunidad perdida. De manera modesta, en la Asociación de la Prensa de Cádiz ya hemos iniciado nuestros proyectos encaminados a la conmemoración de la libertad de expresión. Vamos a poner en marcha una serie de iniciativas que comenzaron el pasado 10 de noviembre en San Fernando, tales como el Observatorio de la Libertad de Expresión en Iberoamérica, La Voz de Manila, El Conciso, la Asociación de Periodistas Iberoamericanos, etc. Si cada uno desde su ámbito trabaja con inteligencia, tenacidad y coordinación, podemos concederle a la ciudad y a la Bahía la oportunidad que se merece.