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El tren más largo

* ROSA REGÁS/www.rosaregas.net
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De todos los viajes que he imaginado, de los que aún no he perdido la esperanza de realizar algún día, de los que he leído más libros y he oído más relatos de viajeros, el romántico y glorioso por excelencia, por lo menos a primera vista, es sin duda el de recorrer 9.289 kilómetros en el expreso Transiberiano. El tren que partiendo de Moscú acaba en el otro extremo del mundo, en Vladivostok, ya en el Pacífico, es decir, cruza Rusia de este a oeste y viceversa. Recorre toda Siberia y parte del Asia central, la gran ruta de Siberia, en siete días y medio si no se detiene un par de días en el lago Baikal, que al parecer es una de las grandes maravillas del viaje. Durante este trayecto el tren pasa por 800 estaciones aunque se detiene sólo en 90. Y el viajero que quiere hacer el trayecto sin paradas, simplemente viendo los paisajes y asistiendo al espectáculo de los vendedores de comida que se amontonan en las estaciones, a la fuerza ha de necesitar la imaginación y la experiencia para extender la vista más allá de lo que ve y de lo que descubre con los ojos y con los oídos. Un viaje pues que cuenta como ningún otro con los conocimientos, las lecturas y las investigaciones previas relativas a la geografía, la botánica, la geología, la historia antigua y moderna.

El Transiberiano se empezó a construir en 1891 y se acabó en 1904. Una obra faraónica totalmente electrizada que atraviesa 14 regiones, 3 territorios autónomos, 2 repúblicas, varios distritos y territorios autónomos; recorre 207 kilómetros de riberas del lago Baikal -el más profundo del mundo-, pasa por 87 ciudades, cinco de las cuales superan el millón de habitantes, y cruza 16 largos y caudalosos ríos con nombre de leyenda -Volga, Vyata, Kama, Tobol, Irtysh, Obi, Tom, Chulym, Yenisei, Oka, Selenga, Zeya, Bureya, Amur, Jor y Usuri- «todos ellos más anchos que nuestro Guadalquivir y algunos mayores que el Nilo o el Mississippi». Así nos dice Fernando Martínez Laínez en El tren más largo: De Moscú a Vladivostok en el Transiberiano, (Ed. Témpora 2004).

Las reflexiones sobre la historia de estos lejanos y gigantescos parajes, cubiertos de nieve durante ocho o diez meses al año, la de atrocidades de zares, gobernantes y aventureros, la de la resistencia inaudita de los cientos de millones de prisioneros de todos los siglos que allí fueron exiliados, se suceden con la descripción de paisajes y rostros en una prosa conmovedora que desgrana el autor mientras el tren pacientemente se acerca a su destino.