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Puro Carnaval

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Describe Hesíodo a Momo como el Dios de la jocosidad, «Agudo y crítico, personificaba la burla inteligente» (que le pones nudillos rítmicos y es la definición del capataz del Movimiento, los Pisha o los doctores del Yuyu). Momo fue expulsado del Olimpo por cachondo. Y aunque no lo dice el historiador, debió venirse con Hércules a Cádiz. No salió en la foto del escudo, pero impregnó de guasa las islas.

Bajo el espíritu de Momo, Cádiz debía ser un cachondeo todo el año, por lo que algún bienpensante decidió circunscribirlo a febrero para que el resto del año se trabajara (...hablo de tiempos pretéritos). Así fuimos asimilando los elementos de la fiesta pagana de Roma en honor a Fauno, bebedor y mujeriego de apetito sexual insaciable.

Y con esas premisas hemos llegado a nuestra época. Bueno, bebiendo; el asunto del sexo en nuestra sociedad de estrés es difícil de mantener. Pero aunque este negocio esté bastante mermado, por conservar lo simbólico (después de Franco ese hombre), lo retomamos con la ostioná y la erizá, actos plenos de connotación lasciva que ni siquiera la ingesta del mejillón (das rías baixas), supera. En busca de la paridad se instauró también la pestiñá, pero ahí se pasaron con la «conciencia exhaustiva de la realidad» (ya que es simbólico, podía haber sido la bananá).

Por mor del purismo, la Diosa tomó el sitio de la Reina. No la emparentaron con Momo porque al ponerle las «a» el femenino de la Diosa era un bastinazo. Lo dejaron en Diosa del Carnaval (mejor). Se elige entre las Ninfas y éstas en un concurso (más o menos como lo cuenta Hesíodo). El complemento de estas chavalas de fábula no es el Ninfo, si no el Sátiro. Curiosamente, a este personaje mitológico se le representa (aparte de con un banano de envergadura), tocando el caramillo (pito de caña). En Cádiz hay un montón (de pitos de caña) y fácil podíamos hacer un concurso de Sátiros. Eso sí, la tecnología ha avanzado y ya no usamos picón; tendrían que ir de butaneros (un punto).

Termino estas notas indicando que la quema de la Bruja Piti obedece al rito cristiano (la purificación), mientras que al pagano Dios Momo lo quemamos (simbólicamente) por crítico, y aunque esta función (sin simbolismo) la cumple el Jurado del coá, por muy carnaval que sea, al día de hoy, no se han levantado voces exigiendo purismo a dicha costumbre.