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El arte de la diversificación

La mayor sociedad andaluza abarca los negocios más prósperos en el mercado: desde vivienda a ocio y centros comerciales

TEXTO: B. R. / FOTO: F. SILVA / CÁDIZ
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El Grupo Sánchez-Ramade es la primera compañía andaluza no cotizada por volumen de facturación, con unas ventas cercanas a 1.000 millones de euros en 2004. En sus más de 40 años de actividad, la sociedad cordobesa ha extendido sus líneas de negocio en los sectores más diversos y también más prósperos del mercado actual.

La conocida marca Cinesur es una de las enseñas del holding con salas cinematográficas en trece ciudades españolas, incluida la capital gaditana en el centro comercial Bahía de Cádiz de El Corte Inglés. También está presente en la tecnología, a través de la firma Diasa Informática, que mueve 206 millones de euros anuales; Urende es el nombre comercial de la distribuidora de electrodomésticos a precios competitivos, y en la automoción también mueven más de 200 millones a través de una red de concesionarios. Finalmente, la construcción, representada en la filial Noriega, es el gran bastión económico del grupo cordobés porque absorbe casi la mitad de la facturación total, con 450 millones en el pasado año 2005.

12.000 viviendas

Esta área de actividad se traduce en más de 12.000 viviendas entregadas, está presente en Andalucía, Extremadura, Madrid y Levante, donde desarrolla proyectos residenciales, urbanizaciones, complejos deportivos y de ocio, centros comerciales, obra civil y restauración de edificios. Además, recientemente la empresa ha entrado también en la promoción de suelo industrial para ampliar su diversificación, como ha sido la adquisición de la antigua azucarera de Ebro Puleva en Villarrubia (Córdoba) por 8,2 millones.

La entrada en Puerto Sherry era una aspiración de la familia Sánchez-Ramade, que quiere revalorizar esta importante zona turística de El Puerto para crear un espacio turístico, comercial y de ocio como los múltiples nacidos a lo largo de la costa mediterránea y atlántica.

Su intención de «desbloquear» la zona para reemprender la promoción inmobiliaria inacabada y recuperar comercial y naturalmente el espacio es una gran apuesta para Puerto Sherry y para la Bahía, en general, porque esta oferta atraería un turismo de alta categoría que, además, generaría una economía inducida de servicios de la que se beneficiaría todo el El Puerto. Y, por supuesto, sería un gran alivio para cerrar una etapa negra en el desarrollo urbanístico que ha coleado año tras año sin destino cierto.