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Una década entre la quiebra, el secuestro y las tentativas de cierre

La mala gestión económica llenó de sombras un proyecto que nació para ser un gran centro turístico de Andalucía

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Todo parecía pintar bien. Un complejo náutico-deportivo de última moda en un sitio privilegiado de la Bahía de Cádiz. Pero, el tiempo, la inoperancia y las deudas truncaron los planes. Todo comenzó en 1973 cuando el Consejo de Ministros autorizó a José María de Ibarra y Mendaro la construcción y explotación de un puerto deportivo en la ensenada llamada del Aculadero. El proyecto se pone en marcha y en la década de los 80 se transfiere la concesión a Marina de El Puerto de Santa María S. A. Esta sociedad, propietaria desde entonces de Puerto Sherry, presenta una declaración de quiebra en el juzgado en diciembre del 94. Fue entonces cuando comenzó la decadencia del complejo náutico deportivo que tocó fondo en 2000.

Tanto es así que en abril de ese mismo año los dueños de la dársena enviaron una carta a los usuarios solicitándoles que se llevaran sus embarcaciones de las instalaciones en un intento de cerrar Puerto Sherry. Ante esta situación, el juzgado creó un comité de incautación para impedirlo, pero aunque la dársena nunca llegó a cerrarse, sí se clausuró el hotel Yacht Club, los restaurantes, las piscinas, el suministro de combustible, los aseos, vestuarios y otros muchos servicios.

Pero, nuevamente, este comité de incautación, liderado por los propietarios, no funcionó, ante lo que la Autoridad Portuaria decidió en 2001 hacerse cargo de las instalaciones por medio de un «secuestro administrativo».

Esta intervención, que se mantiene hasta hoy en día, ha permitido poner en uso servicios que se habían perdido. Tal es así que la dársena registró en 2006 el récord de ocupación con más de 800 barcos tanto en agua como en marina seca. En los últimos años han sido muchos los encuentros y desencuentros entre unos y otros sobre el pago de la deuda, los convenios entre las partes y las concesiones.

En septiembre pasado, se selló el acuerdo entre los grandes acreedores y la propiedad. En la actualidad, la juez encargada del caso espera que todos los accionistas den también el «sí quiero» a la salida de este tortuoso camino que ha metido a Puerto Sherry en un oscuro agujero. Si todo esto se completa, el complejo volverá a tener una nueva oportunidad.