Los 'caddies' del agua

Tienen su réplica en el tenis con los recogepelotas, (aunque no es condición básica que sean modelos) o en el golf con los caddies. Son los cuberos, los meritorios encargados de las labores de avituallamiento de los nadadores. Dentro de la parafernalia que se monta en cualquier prueba natatoria, los cuberos son los verdaderos actores secundarios, los que pasan más desapercibidos, en un deporte donde la figura del nadador es la que acapara todas las atenciones del personal.

Así pasó en el XX Campeonato Absoluto de Andalucía de Invierno. Los caddies del agua pertenecían al Club Natación Cádiz y tenían el siguiente perfil: futuros nadadores, de entre diez y once años y que tienen como principal misión recoger las ropas que dejan los nadadores en los puestos de salida, meterlas en una cuba y luego colocarlas en un lugar adecuado para que no se pierdan. Igual que muchos toreros de tronío fueron anteriormente maletillas, muchos nadadores de prestigio transportaron alguna que otra cuba con ropa en su infancia. Son los llamados ritos iniciáticos y la natación tampoco se libra de eso.

Lo que más desea un cubero (separadamente de algún día obtener una medalla de oro nadando) es conseguir uno de los gorritos de los clubes que participan en cualquiera de los campeonatos donde ellos intervienen. Ese es su trofeo de guerra, su particular muesca del revólver. Por eso, no fue raro ver ayer en Cádiz a los chicos afanándose por conseguir su pequeño premio acuático.

En la prueba andaluza cumplieron a rajatabla su cometido, se ganaron merecidamente su sueldo en medio de un ambiente marcado por los decibelios (la canción Rock And Roll de Gary Glitter, perteneciente a la banda sonora de Full Monty, sonó sin cesar y dotó al Campeonato de Invierno Andaluz de un ambiente festivo y dicharachero) y el olor a cloro.