Cultura

Pepe Cano muestra en Rivadavia la enigmática mirada de sus personajes

'Instantes privilegiados' habla de «los momentos especiales que hay entre las personas»

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Miradas congeladas, personajes estáticos que observan al espectador en un diálogo entre hierático y solemne. Seres de confusa identidad, de naturaleza asexual y mirada enigmática y casi melancólica. Pepe Cano (La Línea, 1950) inaugura hoy en la Galería Rivadavia un catálogo de estampas humanas como insólitas fotografías más allá de la barrera física del sueño, donde los límites se desdibujan para dar rienda suelta a la interpretación. Instantes privilegiados es una muestra de la última producción del linense acabada entre finales de 2004 y 2005 que recala en el espacio gaditano tras su paso por la Galería Manuel Alés.

«Son momentos especiales captados entre personas, instantes y escenas que he tomado de la vida cotidiana, como ventanas a las que uno puede asomarse y mirar», explica Cano, que llama la atención sobre el trabajo continuado en torno a unos seres cuya insólita naturaleza ya perfilara en su anterior exposición sobre Santos expuesta en 2002 en la Galería Benot.

«Mis personajes responden todos a un modelo reconocible sobre el cuál trabajo. Todos mantienen ese aire asexual, ese diálogo de sordos en el que bien podrían no estar comunicándose entre ellos sino con el público que los mira», explica el autor en esta su primera muestra en Rivadavia.

Sorprendidos en instantáneas cotidianas, como rescatados de algún lugar, los personajes de la obra de Cobo habitan el espacio de unos fondos entre abstractos y evocadores. «Los escenarios son una parte fundamental de las obras porque tienen que ver con la historia que se está contado, representan a las personas que aparecen, son artífices de la acción. Rojos como la sangre de una herida, azules como el cielo, emborronados como el movimiento de un trompo...», asegura.

Consciente de la capacidad evocadora de su obra, Cano reconoce disfrutar oyendo las interpretaciones que el propio público hace de sus creaciones. «Me gusta mucho pegar la oreja, porque la gente se inventa unas historias apasionantes. Para mí resulta encantador, yo pongo la pincelada y son ellos los que la continúan».