Cronicas repelladas de José Monforte: Los miradores de ombligo
No existe en el mundo un pueblo como Cádiz que le guste tanto recrearse en el álbum de fotos de su historia
Actualizado: GuardarTodos los tememos. Son esos amigos que tú llegas a su casa de visita, te invitan a merendar y a la tercera pasta de té, de esas que tienen una mermelada como de fresa que parece una mezcla de pegamento y medio y Titanlux colorao, te dicen quieres que os enseñemos el álbum de fotos de nuestro viaje a Eurodisney.
Es un momento horroroso porque no hay salvación. Qué excusa se puede poner para evitar ver un álbum de fotos. Me duele la cabeza...pues no haber venido de visita. No me he traído las gafas, gran fallo estratégico porque las tendrán en cdrum y te las enseñarán en el televisor, además en grande y verás a Bamby en sus 100.000 mejores posturas.
Pues en Cádiz parece que a cada gaditano cuando nace, viene inmediatamente de visita un miembro invisible de la Asociación del Ombligo Gordo que le entrega al chiquillo un álbum de fotos con los mejores momentos de Cádiz: 3000 mil años de gloria y una década de jubilación se podría llamar el volumen. Nadie se da cuenta de la visita. Es como un fantasma, como una versión digital de esas maris resucitadas del barrio de La Viña de las que salieron del bote. En dos minutos el gaditano tiene encima de su mesita de noche el álbum y lo enseñará miles de veces a lo largo de su vida.
La primera foto a comentar siempre es la misma. Una en la que aparece el fenicio Macario el fundador que, más que poner la primera piedra de Cádiz, lo que hace es vender el primer pack de tres calzoncillos por el precio de dos. Los fenicios yo creo que no fundaron Cádiz lo que fundaron fue el Piojito y lo situaron en aquella isla porque por entonces no existía la Barriada de la Paz. Siempre me los he imaginado poniéndole la etiqueta del cocodrilo a un yersi que le habían comprado a precio de paños de cocina a un mayorista egipcio y asegurando una y otra vez que el cocodrilo es tan auténtico que no se acerque usté mucho que da bocaos.
Yo no sé que opinara usted pero los fenicios tenían que tener muy poca vergüenza y por eso nos gustan tanto. Entre los genomas del gaditano siempre hay uno fijo, sea hombre o mujer, que es el de la poca vergüenza. Al natural de Cádiz se le da ese rasgo por hecho y si un día un actor se pone malo y el director pregunta entre el público quien es capaz de hacer de Sancho Panza, uno levantará la mano. El director sólo hará una pregunta: ¿De dónde eres, mushasho? y si dice que es nacido en la cuna de la gracia y de la sal pues todo el mundo se quedará tranquilo y Sancho Panza contará hasta el chiste de los garbanzos de Paco Gandía, para colmo montado en burro.
Ser de Cádi y malaje es un problema. A mi me pasa mucho. Llegas a cualquier sitio te presentas y en el momento que tu interlocutor te dice ...ah, de Cádi, se cree que tú, de debajo del abrigo te saca inmediatamente una peluca, un tambó y te pone a cantá cuplés. Y entonces, cuando el tío ve que eres igual de malaje que él, te ves obligado a explicar que naciste en Puerta Tierra y de ahí tu soserío.
La segunda foto que siempre enseña el gaditano es la de los romanos...pero no los del Ecce Homo, lamentablemente desaparecidos, sino los de Julio Cesar. La civilización más importante de la historia tuvo que pasar por Cádiz...de lo contrario no hubiera aspirado a ello. En verdad, los romanos eran tan listos porque comían garum, que era como el adobo de antes de Cristo y que es un poco el antecedente de las latas de atún de Barbate por la que tanta devocion tenemos los que somos de comé.
Y ya entramos en el comercio de las Indias que tantos tipos de coros han traído. Aquí el único problema es el final de la historia en la que Cádiz termina derrotada por Sevilla que se lleva los barquitos llenos de oro y aquí más que se quedan los tomates...y bien que los aprovechamos porque Cádiz es la cuna de la piriñaca. ¿No sé pueden hacer muchas mejores cosas con un kilo de piriñaca que con un kilo de oro?
Pero la foto preferida del álbum, donde el gaditano más se recrea y casi levita es con la foto de los franceses quedándose a las puertas de Cádiz, llamando a la puerta y sin poder entrar. Cuantas veces habremos enseñado las fotos de las gaditanas haciéndose tirabuzones con las bombas que tiran los fanfarrones...Lo que nunca hemos contado es que con tanto peso a las gaditanas le llegaban los pelos hasta los pies, con lo que serían una versión femenina del Yeti de las nieves.
Qué nos gusta esa frase de que los gaditanos, con dos cañones rechazaron al francés, cuando el resto de España, incluidos los catalanes y Jerez, habían caído ante los gabachos. Toda esta historia sólo tiene un inconveniente y es que a los franceses también se les resistió San Fernando...y eso siempre nos ha hecho un poquito de sombra. De todos modos advierto que San Fernando nos gana en muchas cosas más, el cazón en adobo y las papas aliñás.
Lo ideal hubiera sido que Napoleón se comprara al final un partidito en Cádiz y ya hubiéramos completado la leyenda de que todo el de fuera que llega aquí termina siendo atrapado por los dos brazos del Balneario de la Palma.
Podríamos enseñar muchas más fotografías del álbum. Hablar de la Catedral, del muelle, de los gloriosos astilleros, pero el café esta frío y el del álbum amenaza con ir al freidor, comprar medio kilo de chocos y enseñarnos el vídeo de una excursión que hicieron al Tempul de Jerez....Sale hasta el hipopótamo disfrazado del teniente Canon...que antiguo, Dios mío.