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División de opiniones entre los ganaderos sobre la propuesta de safaris con toros

Victorino Martín García no encuentra objeciones, siempre que esté regulado Eduardo Miura se opone claramente

FRANCISCO APAOLAZA/CÁDIZ
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La propuesta lanzada por el ganadero Ángel Bohórquez de legalizar la caza deportiva de toros bravos está en el camino de dividir a los criadores españoles. El ganadero de Medina Sidonia, gerente de la explotación de Clara Bohórquez, está siendo investigado por la Guardia Civil y la Asociación de Ganaderías de Lidia por su participación en supuestos safaris de toros de lidia. Pese a negar su implicación, el propio Bohórquez apostó -en declaraciones a LA VOZ- por incluir al toro bravo dentro de las especies cazables a fin de explotar el negocio cinegético.

No existe unanimidad entre las opiniones de los ganaderos consultados por LA VOZ. El presidente de la Unión de Criadores de Toros de Lidia y ganadero, Eduardo Miura, no ve «bien» que se llegue a disparar a un animal, el toro, «que se cría para la lidia, no para que alguien le pegue un tiro en el campo», dice. Además, Miura reitera que no cree que el toro «escape» del cazador «como si fuera un venado».

Sobre la posibilidad de asilvestrar las reses -un proceso que ha puesto en marcha el propio Bohórquez en Medina, separando 16 vacas y 16 sementales de los de más cornamenta-, Miura estima que «no se va a volver al toro de hace 300 años, porque no existe el entorno de hace 300 años». En su opinión, no es probable que ninguna ganadería de la Unión que dirige «siga» la propuesta.

A esta asociación pertenece la ganadería de Herederos de Celestino Cuadri, que regenta Fernando Cuadri, que no duda en calificar la propuesta de «un auténtico disparate». «Que cualquier loco te pague un dineral y se meta en un cerrado a pegarle un tiro a un toro... Para eso no es el toro», argumenta. Además, duda del carácter salvaje del animal y de lo deportivo de la modalidad: «Es muy difícil que un toro se arranque así por así. Los primeros que nos vamos a oponer a esto somos los de la propia Unión de Criadores».

Álvaro Domecq Romero, ganadero jerezano de Torrestrella, sostiene que, «cuando se ve acorralado, ataca, pero no es un animal de caza. El toro está hecho para ver su bravura y su majestuosidad, pero no para ser abatido en esos términos», subraya.

A favor

Sin embargo, uno de los ganaderos punteros del panorama taurino, Victorino Martín García -hijo de Victorino Martín Andrés-, no coincide con esta opinión. El ganadero deja claro que, personalmente, no se dedicaría a este negocio. «Antes dejaría la ganadería», dice, ya que «el toro bravo se merece otro final y yo no los crío para eso». «Pero si se cazan ciervos, leones, rinocerontes y búfalos, ¿por qué no se va a a cazar un toro si está regulado? No sé qué tiene de malo», asegura. «Estamos en un país muy cínico. Nos escandalizamos por las corridas de toros y no pensamos en los niños que pasan hambre en el barrio de al lado», concluye.

De la misma opinión es Salvador Gavira, de la ganadería gaditana de Gavira. «Pese a que la caza de toros va contra mi sensibilidad, y tenga detractores, es algo imparable», dice. Y añade parámetros económicos a la polémica: «Es una búsqueda de mercado. Exceptuando las muy buenas, las ganaderías tienden a la desaparición».