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Los dos guardias civiles son declarados «no culpables» en el juicio por cohecho

Las diversas contradicciones en el testimonio de los testigos y la falta de pruebas fueron fundamentales para que el jurado elaborase este veredicto El juez dictó sentencia absolutoria para los agentes y el tercer acusado

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«No culpables». Ese fue el veredicto que ayer a las diez de la noche, en lo que vino a ser una jornada maratoniana, el jurado popular de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cádiz dictaba para los dos guardias civiles que habían sido acusados por el Ministerio Fiscal por un presunto delito de cohecho y otro de omisión de perseguir delitos, así como para el tercer acusado -F. V.-, que supuestamente sobornaba a los agentes con dinero para poder realizar contrabando de tabaco.

Las contradicciones de los diferentes miembros de la Guardia Civil que pasaron por el estrado para testificar, así como la falta de pruebas -las principales en las que basaba la Fiscalía la acusación, como el vídeo y las cintas telefónicas, no aportaron nada nuevo- fueron determinantes según manifestó la portavoz del jurado para elaborar el veredicto final. «En la grabación, a pesar de ser mala, en ningún momento se ve un sobre con dinero durante la detención».

En relación a los testimonios contradictorios: «Mientras unos dicen que las cajas de tabaco eran llevadas en bolsas de basura, otros afirman que se transportaban en bolsas de plástico transparentes».

Asimismo, el jurado entiende que el dinero encontrado en la vivienda de A. T. es producto de la venta de un trastero y un piso.

En la redacción del acta se hace especial mención a la dilación que ha tenido el proceso.

Luego de escuchar el veredicto del jurado, el juez dictó «sentencia absolutoria» para los tres acusados, dando por terminado un juicio con una dilación de ocho años, desatándose, después la emoción propia entre los afectados.

Doce horas de suspenso

En la jornada de ayer se hicieron muchas horas de pasillo en la Audiencia Provincial de Cádiz. El veredicto del jurado se hizo esperar, como en el peor de los partos, todo el día. Exactamente doce horas, ya que el presidente del jurado había citado a los letrados y a los acusados a las diez de la mañana.

Los diez miembros del jurado, una vez elaborado el objeto del veredicto, estuvieron deliberando durante horas, aislados en la sala intercambiaron impresiones e incluso comieron.

Mientras, el secretario judicial subía y bajaba las escaleras con el acta en la mano generando en el ambiente un suspense más propio de las películas de Alfred Hitchcock. El nerviosismo en los rostros de los tres acusados era cada vez más evidente y provocaba que las salidas a la calle para fumar un cigarrillo fuesen cada vez más frecuentes.