Viñetas
Actualizado:El asunto informativo del mes es la crisis de las viñetas, a propósito de esas caricaturas de Mahoma. El lance ha llenado horas y horas de programas informativos. Lo que faltaba era un debate a fondo sobre la cuestión, y esa es la laguna que trató de llenar esta semana Enfoque, en La 2. El tema era muy importante. Los invitados, en general, gente a la que valía la pena escuchar. No cabe duda de que la oferta era buena. El resultado fue un poco decepcionante.
Hay una cuestión elemental de proporción: no es serio despachar en una hora escasa de conversación un asunto que lleva días ocupando portadas en toda la prensa mundial. A Enfoque le falta más tiempo de conversación: no hay otra manera de abrir realmente el abanico de las opiniones. Le falta, después, una mayor ambición en los complementos: reportajes, entrevistas, testimonios, que pecan de una cierta pobreza, con un aire algo rutinario. Y le falta también un trabajo más aplicado por parte del moderador. El papel del moderador consiste en estimular el debate y aprovechar la discusión para ir sacando los asuntos que interesan al espectador. Pero lo que está haciendo Elena Sánchez es insuficiente. Primero, porque tolera que dos participantes hablen a la vez; y después, porque la cámara le concede un protagonismo inoportuno al enfocarla mientras, muda, escucha a los invitados. Y sobre todo: es de una simpleza primaria, escolar, ese recurso de cerrar el debate con una suerte de apresurado resumen de lo que todos han dicho.
Concluye el debate, todos han expuesto sus opiniones y entonces Elena comunica a los espectadores no lo que cada cual ha dicho, sino lo que a juicio de ella es la síntesis que el espectador debe escuchar. ¿Acaso no hemos escuchado ya lo que cada cual ha dicho? ¿En nombre de qué nos da su opinión el moderador? ¿Y si algún invitado no está de acuerdo con la síntesis? No puede responder, porque el colofón de la moderadora es un apresurado punto final, la última palabra. Eso no es muy elegante.