Las bodegas descartan entrar en el negocio inmobiliario con su patrimonio
Las antiguas instalaciones donde se criaban los caldos se han reutilizado para atraer turismo enológico y ponerse al servicio de celebraciones familiares Las empresas de Jerez ocupan una superficie de 550.000 metros cuadrados
Actualizado: GuardarEl patrimonio inmobiliario de las bodegas ocupa 550.000 metros cuadrados de suelo urbano de la ciudad de Jerez. Concretamente, el número de cascos de bodegas supera en la actualidad los 200, cuya superficie construida ocupada es superior a 360.000 metros cuadrados. A esta extensión hay que sumar el resto de espacios, como jardines, zonas de exposición y visitas o almacenajes exteriores,considerados fuera de esta ordenación, con los que se superan con creces los 500.000 metros cuadrados. Éste es el registro vigente en la actualidad en la Gerencia Municipal de Urbanismo de Jerez, un término que en su nueva ordenación contempla una superficie urbana de 21 millones de metros cuadrados.
Traducido en cifras económicas, este sector, que genera en la zona del Marco un volumen de ventas anuales de cientos de millones de euros, tiene un patrimonio que supera los 1.155 millones sólo en la ciudad de Jerez.
Un capital rentable
Sin embargo, lejos de aumentar la burbuja inmobiliaria con la comercialización de este valor, los empresarios bodegueros han optado por retener un patrimonio en alza con miras al futuro.
Desde que a principios de los 90 comenzaron los ajustes de plantilla en el sector, buena parte de estas instalaciones cayeron en desuso y los gestores vinícolas comenzaron a buscar alternativas para mantener estos tesoros de la cultura gaditana y rentabilizarlas, mientras seguían ganando enteros en el mercado del ladrillo. En estos días, rara es la bodega que no cuenta en su línea de negocio con una diversificación hacia las visitas turísticas, el alquiler de salones para celebraciones familiares o la promoción de sus productos vinícolas.
Un atractivo turístico
González Byass es uno de los mayores exponentes de esta tendencia hacia el turismo enológico. En unas magníficas instalaciones con calles, zonas de crianza, antiguos laboratorios, y demás restos del esplendor de siglos pasados, el visitante se traslada al Jerez del XIX con un paseo por el interior de la bodega.
Un caso especialmente curioso en este ámbito es el de Sandeman, una firma jerezana que vendió en 2004 buena parte de sus activos a Nueva Rumasa. En este cambio de estrategia empresarial conservó 2.000 botas de los caldos más antiguos y la comercialización de sus marcas. Para la firma, que tiene subcontratada la producción a Zoilo-Ruiz Mateos y está integrada en el grupo portugués Sogrape, es fundamental el mantenimiento de sus instalaciones en la céntrica calle Pizarro, convertidas en su centro de sus operaciones comerciales en mercados nacionales y extranjeros.
A pesar de presentar peculiaridades en su forma de gestión, esta firma es ejemplo del uso que se está dando a los antiguos cascos de bodegas en toda la zona. Cuenta con espacios acondicionados para celebraciones, como tantas otras empresas del Marco y durante el pasado año, recibió en sus 6.000 metros cuadrados a 25.000 turistas. Esta actividad fideliza a clientes extranjeros y capta a nuevos consumidores.