Con el barquito a otra parte

La Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz envió hace unos días una carta personalizada a cada socio del Real Club Náutico de Cádiz para informarles de la deuda que tienen contraída por el impago de las tasas de embarcaciones deportivas y de señalización marítima y que asciende en conjunto a más de 300.000 euros. Además les advertía de que el puerto va a tomar las medidas ejecutivas necesarias para disponer de la lámina de mar donde se ubican 160 embarcaciones, la mayoría pequeñas lanchas de pesca deportiva y veleros.

Un requerimiento que sonó a ultimátum para la mayoría de los socios, como confesó a LA VOZ el vicepresidente del Club Náutico, José Ramón Puya. «Nos pareció muy poco elegante por parte del puerto», lamentó, al tiempo que aseguró que duda de que la Autoridad Portuaria pueda ejecutar lo que consideran casi una amenaza, cuando existe un recurso sobre el desalojo en el Tribunal de lo Contencioso Administrativo. El Club argumenta que la inversión realizada para construir los actuales pantalanes asciende a unos 378.600 euros (alrededor de 63 millones de las antiguas pesetas), que perderán con el traslado.

Sin embargo, Puya quiso hacer más hincapié en el factor afectivo y sentimental que supone el traslado forzoso y la división de la flota entre varios puertos, ya que el Club Náutico tiene más de 30 años de antigüedad y sus miembros forman una familia, a la que últimamente se han sumado los jóvenes gracias a las motos de agua.

A la espera de lo que digan los tribunales, parece que el necesario tren del progreso vuelve a atropellar a los débiles, humildes dueños de un barquito junto al mar.