El principio del comienzo del inicio del fin
Actualizado: GuardarHizo fortuna la frase del presidente Zapatero refiriéndose al «inicio del comienzo» del fin de la violencia de ETA. Puede que estemos, en realidad, en el comienzo del fin, o acaso algo más lejos, en el principio del inicio del comienzo del final de la pesadilla de ETA. Cuestión de tiempo. De semanas más que de meses, te dicen. La verdad es que nadie, al menos en las fuentes gubernamentales que hemos consultado, sabe qué escenario, bajo qué fórmulas, diría ETA adiós a las armas. Ni si será un adiós o un hasta luego. Va a ser el gran tema de esta semana que hoy comienza, entre otras cosas porque un PP que se siente descolocado, ninguneado, puenteado pese a sus diez millones de votos, está, lógico, especialmente combativo en esta materia. Hasta el punto de que la recogida de firmas contra el Estatut, porque eso es lo que es, parece haber pasado a un segundo plano, que es algo que, por otro lado, aconsejan algunos asesores del PP a Mariano Rajoy: que vaya difuminando esa iniciativa, de incierto final.
¿Qué va a pasar? Hay quienes apuestan por la irrupción de «noticias» interesantes en los próximos días. Las palabras, las actitudes, de Zapatero el pasado viernes en su conferencia de prensa, casi monográficamente dedicada a ETA, han puesto nerviosos a muchos, aunque se trataba precisamente de lo contrario, de calmar ánimos. Y eso que, desde algunas fuentes gubernamentales, con el incansable Moraleda al frente, intentan ahora quitar hierro a las expectativas, diciendo que el proceso para llegar a la paz, tras treinta y cinco años de terror, será complejo y largo. No conviene, te dicen, crear excesivas expectativas, aunque fue el propio Ejecutivo, o mejor dicho, el mismísimo Zapatero, quien generó tales expectativas.
Y, a todo esto, teóricamente hoy se reanuda el llamado macrojuicio contra el entorno de ETA, ese proceso contra 56 presuntos integrantes de organizaciones que formarían el entorno civil de la banda del terror. Hay todo un entramado profesional y social, aunque minoritario significativo, que pide en el País Vasco la suspensión de este macrojuicio. Y Arnaldo Otegi, figura clave, según todos los indicios, en el proceso de negociación presente o futuro, es quien encabeza las manifestaciones, quien asiste a todas las ruedas de prensa. Inútil que el juez Grande-Marlaska cierre una u otra herriko-taberna o advierta sutilmente a los medios de comunicación de la ilegalidad de Batasuna y, por tanto, de recoger cualquier actividad de la disuelta coalición. Claro que va a haber movilizaciones, que culminarán en una manifestación en Bilbao el próximo sábado, en contra de este juicio, que a alguna fuente en el Gobierno central le parece, claro que en privado, especialmente inoportuno.
Así las cosas, todo puede ocurrir esta semana. O la próxima. O la próxima. Lo que no puede ser es que nada ocurra. Porque hay movimientos en muchas direcciones, y es imposible que se equivoquen todos los que, en contacto con una realidad, te dicen que la situación «de embarazo» ya no aguanta mucho más. Otra cosa será, desde luego, el precio a pagar en el futuro, porque la verdad es que no se está pagando en el presente contraprestación alguna en una negociación que aún ni siquiera podría llamarse tal.