EN EL ARAMBOL

Siempre entre dos aguas

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Un respiro y de los que vienen a pares. Ocho patrulleras para Venezuela, otras ocho lanchas de desembarco, diez Buques de Acción Marítima y ahora dos quimiqueros para Puerto Real. Por fin después de dos años (otro par), el dique fantasma de Matagorda va a empezar a "engordar", a reavivarse de monos azules, manos negras y corazones verdes, verdes de esperanza en un futuro mejor. Y por fin, la Bahía empezará a perder el tono gris que dejó 2005 y a vislumbrar un 2007 con mejor cara.

Pero, como si fuera un sino inevitable en el nuevo siglo (vaya retruécano), el peso laboral y económico seguirá dividido inexorablemente entre las grandes industrias del corazón gaditano. Como en un juego de alternancia premeditado que no salva Cádiz de esa cuerda floja, de esa soga que siempre aprieta al cuello pero sin llegar a extenuarlo. Y es que si durante la crisis de la reconversión de Izar fue Dragados Offshore la que mantuvo el tipo, ahora la empresa del Grupo ACS empezará a perderlo precisamente al mismo tiempo que el resto de Cádiz con la finalización del Concurso de Carnaval. La conclusión de su último contrato dejará vacío en primavera el yard de La Cabezuela.

Por ello y cuando parecía que la Bahía podría volver a anclarse y a no poder soltar amarras, un acuerdo con la viguesa Factorías Vulcano permitirá que los solpletes de los astilleros devuelvan la chispa al metal y los martillos despierten otra vez al repicar que marca el pulso laboral de los gaditanos. El contrato de los cascos de dos quimiqueros llega precisamente de la tierra gallega, la misma que un día bramó en la pugna por la salvación de los astilleros. Fene y San Fernando, dos plantas pendientes de un hilo que lucharon por la supervivencia hasta que Zapatero, con la venia de la UE, sucumbió ahogado por el grito popular y acordó la continuidad de ambos centros. Será al menos durante la primera legislatura socialista, porque más allá de cuatro años es difícil aventurar, a tenor de las últimas reestructuraciones.

Cádiz y Galicia empiezan así a reconciliarse -por el bien del mundo naval público- y comparten el protagonismo en una empresa con un gran corazón comercial en Madrid y tres ámbitos de producción (Cartagena y sus submarinos, Galicia y las grandes construcciones, y Cádiz, compelida a arañar contratos civiles para alcanzar un desahogo que no ofrecen los militares. Por cierto, la singularidad de cada zona y el crecimiento mediático, además de la mayor presencia de proyectos de Defensa (que todo hay que decir), han hecho que Navantia designe un director de Comunicación para la Bahía. Un reto profesional, sin duda, en la que aspira a convertirse en la industria más potente de la Bahía.