Engaño
Actualizado:Telecinco estrenó el viernes un nuevo 'reality' del género sexual. Se llama Engaño y lo presenta Jordi González, como es prescriptivo. La mecánica es simple. Cuatro chicas -otra semana serán chicos- intentan seducir a un chico -otra semana será chica- por la vía más directa. De los cuatro atacantes, uno es célibe y los otros tienen pareja. El atacado tiene que averiguar cuál es el soltero/a. Si lo descubre, se lleva el premio. Si se equivoca, el premio se lo lleva el objeto de confusión, que lo repartirá con su pareja real. Éstas asisten al espectáculo en otra salita desde dónde pueden ver el asalto. Cuando termina el trance, Jordi González reúne a los protagonistas, convoca a una psicóloga para dar aire científico al experimento y muestra las imágenes para que ellos y nosotros disfrutemos con la pobreza ajena. El programa dice que «premia la estrategia». La verdad es que estamos bajando mucho el listón de lo estratégico. ¿Es «estrategia» frotarse contra los genitales de un espécimen del sexo opuesto para indicarle que uno está vacante? Quizá podamos entenderlo en el sentido que los etólogos dan a la palabra «estrategia» en el reino animal: la hembra enseña la vulva al macho y éste, fino estratega, ya sabe lo que hay. La diferencia es que los animales hacen eso para reproducirse y perpetuar la especie, mientras que los concursantes de Engaño lo hacen por 15.000 euros. Hay otra diferencia: entre los animales la estrategia consiste en mostrar disposición al apareamiento y desmentirla acto seguido para poner a prueba al otro, dando lugar a ese tipo de cortejos que vemos en los documentales de La 2; en Engaño la estrategia consiste en saturar al otro con una permanente ofensiva de hormonas. Engaño es un espectáculo enteramente inmoral: degrada el arte clásico de la seducción, reducido aquí a un simple calentón primario; reduce la conducta humana a sexo y lo hace con clichés sexistas tanto en las mujeres como en los varones; premia la mentira y banaliza la fidelidad. Es un ataque directo a valores éticos y estéticos elementales. Es verdad que está proscrita la violencia, pero es una lástima, porque eso es lo único que falta para que la inmersión en estiércol sea completa. Sin duda Jordi González sabrá cómo vencer tan enojosa limitación.