Los cubatas, un cajonazo que marcó una época
Actualizado: GuardarCuando ustedes estén leyendo estas líneas se habrá producido el primer fallo del jurado en el presente concurso de agrupaciones del Gran Teatro Falla. En realidad, no es la decisión más trascedente, ya que estamos hablando de la primera criba, aquella que deja sin seguir participando a los grupos más mediocres, pero que, en realidad, no provoca los sobresaltos que desata el fallo que tendrá lugar, dios mediante, en la noche del próximo 22 de febrero, fecha en la que se darán a conocer los finalistas.
A lo largo del Carnaval ha habido cajonazos muy sonados, de ésos que provocan una especie de reacción generalizada entre el gran público, que no acaba de comprender el dictamen de una serie de señores, que como todos los mortales en la vida, tienen unos gustos y una opinión muy subjetiva, repito, como cualquier hijo de vecino.
De todas formas, si hay uno que causó una conmoción que incluso trascendió nuestras fronteras (y eso que el Carnaval entonces no tenía la repercusión de ahora) fue el cajonazo sufrido por la chirigota de Manolo Rocha y Paco Rosado, Los Cubatas. Seguro que todos se acuerdan, pero viene bien traerlo a la memoria cuando se cumplen veinte años.
Corría el año 1986. Las preliminares habían transcurrido sin pena ni gloria, como casi siempre, pero había una chirigota que había llegado al público. Bueno siendo sinceros había dos: por un lado, Los cubatas de Paco Rosado y Manolo Rocha, herederos de Los carreros de la alianza (2º premio el año anterior) y Los tontos de capirote de Javier Osuna, un grupo que ironizaba sobre la celebración de la Semana Santa de Cádiz. En realidad, Los cubatas sorprendieron por su calidad y Los tontos de capirote por abordar un tema que se consideraba casi tabú y cuyo leit motiv no fue del todo bien entendido por el público y, en alguna ocasión, tuvieron que salir escoltados por la policía.
A la hora de hacer cábalas sobre los posibles finalistas, se daba por hecho entre los quinielistas que Los cubatas estarían seguro y que Los tontos de capirote por el morbo y por el sarcasmo con el que trataban la Semana Mayor no sería del agrado de todos los miembros del jurado.
Pero sucedió exactamente al revés y los de arriba tomaron una decisión absolutamente contraria a lo que parecía casi incuestionable. La decisión levantó una auténtica polvareda entre los aficionados. La final de aquel año siempre será recordada por los insultos que gran parte de patio de butacas dedicaba a los miembros del jurado, como forma de protesta por lo que consideraban inadmisible. Todo ello reforzado por la presencia de las cámaras de televisión que inmortalizaron para toda Andalucía una actitud más propia de la calle que de un concurso de agrupaciones.
De todas formas, la superioridad de Los cubatas era reconocida públicamente hasta por sus propios competidores en la modalidad de chirigotas. De esta forma, en la final, las otras tres finalistas, Los tontos de capirote, Las momias de güete pa jugar los niños y Cada uno con la suya introducían en su repertorio un pequeño homenaje al fantástico grupo de Rosado y Rocha. Es más, Paco Jiménez, histórico componente de la chirigota de El Lobe llegó a afirmar en televisión que «Los cubatas eran los mejores y que los demás estaban allí para luchar por un segundo puesto».
El precedente, sin duda ya estaba sentado, y la opinión pública en general no dudó en reconocer el enorme tirón que tuvo la chirigota. Fue un precedente no sólo a nivel de aficionados, sino de repercusión porque inauguró una nueva forma de asimilar el fallo del jurado.
Innovadores
Independientemente del acierto o no de aquellos integrantes del jurado lo único cierto es que Los cubatas fue una gran chirigota por muchas cosas. En primer lugar, por su forma de concebir la modalidad. A ciencia cierta ese cambio ya se había venido vislumbrando con Los cruzados mágicos, Los cegatos con botas, Los llaveros solitarios o Los carreros de la alianza. Pasodobles dotados de una gran musicalidad, sin renunciar al doble sentido chirigotero, cuplés ingeniosos y unos popurrís que marcaron un hito. En el recuerdo de los aficionados siempre ha quedado el popurrí de Los cruzados mágicos y su singular historia de un día de playa.
En realidad se trataba de una nueva forma de entender esa última parte del repertorio. Ellos lo que hacían era construir una historia y a partir de ahí dejarse llevar por la imaginación y el fino humor.
En 1987 regresaron al Falla con Los conquistadores de la trastienda de Casa Crespo, con los que retornaron a la senda de las finales. Bien es cierto que su nivel no era tan alto como el de años anteriores pero, sin lugar a dudas, había un ambiente muy especial que, visto lo sucedido el año anterior, hacía casi impensable que volvieran a quedarse fuera del grupo de las elegidas.
Amén de Paco Rosado y Manolo Rocha podíamos destacar a otros componentes históricos como El caracol, uno de los clásicos del Carnaval que aún sigue disfrutando de la fiesta con el grupo del Gómez en la calle. Tampoco podemos dejar pasar por alto su genial aparición en el Carnaval de 1997 con el cuarteto Ser o no ser, escrito por José Manuel Gómez y en el que compartía protagonismo con Antonio Mato, conocido por el Carnaval y por Procasa.
Los conquistadores... fue la última aparición en el Falla de ese grupo que marcó una etapa.
A partir de ahí cada uno siguió su camino y poco más se supo de algunos de ellos. De Manolo Rocha casi nada, si bien Paco Rosado siempre ha seguido escribiendo chirigotas ilegales, con alguna incursión genial en la casa de los ladrillos coloraos como en 1993 con El bache. Este año, sin irmás lejos, se ha unido a chirigoteros de postín como José Ramón Peñalver y Paco Cárdenas, otrora co-autores del grupo del Noly para escribir la comparsa Los que perdimos.
Fueron cinco chirigotas, cinco, que con su forma de entender la modalidad inauguraron un nuevo ciclo y contribuyeron a su esplendor ya que se había entrado en un cierto declive y ellos sirvieron de revitalizador e insuflaron unos aires nuevos muy necesarios. La gran expansión alcanzada por el Carnaval en el pasado más reciente los tiene a ellos como grandes protagonistas. Y curiosamente, pese a ser Los cruzados su primera chirigota innovadora son Los cubatas los que más se recuerdan. Será por aquello del cajonazo de hace 20 años.
Es cierto que el Carnaval se ha masificado y que su efecto masificador se ha multiplicado por mil. Pero no es menos cierto que determinadas decisiones del jurado siguen provocando los mismos enfados y las mismas subidas de tensión. Eso sí, todo pasa y la mayoría vuelve al año siguiente.