Errores arbitrales
Actualizado: GuardarDesde el convencimiento personal de que en el apasionante y apasionado mundo del fútbol lo más honrado que existe es el balón y, a continuación, a pesar de sus indudables errores, el estamento arbitral, me gustaría hacer algunos comentarios sobre lo acontecido en el partido celebrado entre el Villarreal y el Cádiz el pasado domingo, que tuve ocasión de presenciar en directo.
Antes de entrar en detalles, debo precisar que me encontraba situado más o menos a 8-10 metros desde la frontal del área hacia el centro del campo, en el lado de la portería donde se desarrolló la jugada, muy cerca del asiento que ocupaba el ex-entrenador del Cádiz y ahora técnico del Villarreal, Paquito.
Soy ferviente defensor de la causa arbitral y los que me conocen pueden dar prueba de ello, pero es precisamente por eso por lo que se me hace difícil encontrar, desde el punto de vista técnico-reglamentario, justificación a lo sucedido, con Rodríguez Santiago, árbitro principal, y Guerrero Alonso, el inefable Rafa, uno de los auxiliares, de protagonistas.
Reivindico el derecho, no la obligación, de los árbitros a equivocarse, al igual que los jugadores, técnicos, directivos, periodistas..., que participan en el entramado del mundo del fútbol, pero lo acontecido en Villarreal con la concesión y posterior anulación del gol del Cádiz en el minuto 91 no puede entrar en este apartado.
Y digo esto porque, a pesar de mi posición, tengo que confesar que la jugada fue complicada de analizar en directo, opinión que compartían, justo es reconocerlo, los aficionados del Villarreal que me rodeaban.
No sabíamos si el balón había llegado al fondo de la portería impulsado por el defensor del Villarreal, el atacante del Cádiz o si podía haber existido mano de éste como reclamaba en primera instancia el portero del Villarreal.
Para el árbitro, la jugada tampoco fue clara, porque antes de dar validez al gol y señalar con decisión el centro del campo, consultó visualmente con el auxiliar, a pesar de que éste no había señalado ninguna infracción previa -levantando el banderín, como es reglamentario-, el cuál le confirmó con un movimiento de cabeza que no había observado nada antirreglamentario, retornando hacia el centro del campo.
Es en ese desplazamiento, ya lejos de donde se desarrolló la jugada, cuando se produce el cambio de opinión del auxiliar, para la que no encuentro explicación, procediendo a reclamar la atención del árbitro.
No puedo aventurar, porque no las conozco, las razones de tan súbito cambio de opinión; lo que sí puedo afirmar es que es totalmente incomprensible y antirreglamentario su comportamiento, como incoherente la decisión del árbitro con categoría de internacional -aún ignorando los razonamientos posteriores del auxiliar-, anulando y retractándose de una decisión que había sido tomada con la colaboración previa del mismo.
Entiendo que con las consideraciones expuestas lo acontecido no puede encuadrarse como un error arbitral, que unas veces perjudica y otras beneficia, y hay que aceptarlos como parte del propio juego, sino que estamos ante unos hechos cuya gravedad debieran desembocar en medidas disciplinarias por parte del Comité Técnico de Árbitros, para bien del fútbol en general y del arbitraje en particular.
Enrique Moreno. Socio y accionista del Cádiz