Crear problemas

Puesto a pedir, el presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall, le ha pedido al Gobierno que aclare si secunda las opiniones del ministro de Defensa, José Bono, que le acusó de «crear problemas». Quizá no sea una acusación, sino una certificación. Maragall, a semejanza de su egregio paisano Gaudí, se propone unas dificultades que no existían antes de habérselas propuesto por el sólo placer de superarlas. La diferencia consiste en que el genial arquitecto las resolvía.

Ya que no nos ha afectado de modo especial el desproporcionado asunto de las caricaturas de Mahoma, nos entretenemos con el tema del castillo de Montjuic, que José Bono cederá «sólo si ondea la bandera española», a la que muchos están poniendo como un trapo.

Para ponerlo todo peor, cosa que siempre está al alcance de los políticos con algún tiempo libre, el portavoz de CiU, Josep Durán i Lleida, también ha opinado sobre la capacidad intelectual de Maragall: «está en otro mundo y no se entera de la mitad de las cosas, lo que es la mejor manera de ser feliz». El resto de los españoles seríamos algo más felices, mejor dicho, menos desdichados, si no hubiese tantos organizadores de nuestra convivencia preferentemente dedicados a alterarla.

Quizá, como algunas parejas de hecho de derecho, se pelean con el único propósito de reconciliarse. No hay más que ver cómo se abrazan después de haber intercambiado denuestos, dicterios y patadas en los cataplines. Confiemos en que todo remita, como ocurre siempre. Ya está remitiendo la Ley Antitabaco. En la Comunidad de Ma-drid se podrá fumar en las cafeterías de las empresas y en las terrazas de los bares. Van a hacer un reglamento muy permisivo. Incluso no van a prohibir brindar con cava por la salud mental de Maragall.