ANABOLIZANTE

El buen tiempo de Cádiz

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Qué alegría, de verdad, bajarse a Cádiz en estas fechas invernales a disfrutar de su solecito y de sus espléndidas temperaturas.

En casa de mis padres hace una poquito de humedad. Hay una estufilla simbólica, pero tú sabes, no hace falta más, porque como en Cádiz no hace frío... Los cierres de las ventanas tienen unas rendijas generosas por las que entra una brisilla fresquilla fresquilla que me despierta cuando duermo la siesta. Pero no es nada, si total en Cádiz hace un tiempo pa matarse.

Cuando bajo a la calle, me pienso antes si llevarme el gorro y la bufanda, pero al final digo: «¿Pa qué? Si no hace tanto frío. Además, qué ganas de ir dando el cante con la boina...» Tampoco me llevo el abrigo gordo, porque mi madre dice que a dónde voy, que no sea exagerá, que esto no es Madrid.

Total, que al rato estoy jarta de estar en la calle, con los miembros entumecidos y los hombros hechos polvo de tenerlos p´arriba como el anuncio de la Lizipaína. Así que me meto en un bar. Al rato noto que tengo los riñones como una pescaílla congelá. Miro p'atrás, y claro, su peaso de puerta abierta de par en par, porque como en Cádiz no hace frío, po pa qué vamos a cerrar las puertas ¿que no? Mira, picha, en Cádiz no hará frío, pero no veas qué corriente, qué humedad, y qué cosa más parecida al frío.

Total que vuelvo a Madrid con medio resfriao y con las lumbares más duras que las de Mazinger Z. Me meto en mi casa, me pongo su bata de boatiné y sus babucha de paño, y la mar de calentita, porque como resulta que en Madrid hace un frío pa sus muerto, po casi todas las casas tienen calefacción central. No como Cádiz, que pal buen tiempo que tiene no veas tú qué calor mas rara paso yo allí.