LA PALABRA Y SU ECO

Las fotos y el Falla

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Menos mal que los tiempos de la Santa Inquisición pasaron ya hace mucho, y la figura de Torquemada se exhibe sólo en los museos de cera, aunque su gusanillo siga removiendo las tripas de algún que otro contemporáneo con mando en plaza, bigotillo, gorro de plato o bonete de obispo, que por cierto, es el nombre vulgar del astrophytum myriostigma, un cactus mexicano que no produce vástagos, de abundantes escamosidades y pelos parduscos. Coincidencia tan sólo.

La verdad es que a estas alturas, por mucha pancarta y vocerío de nuestros purpurados, a nadie se le ocurriría, por ejemplo, hincarse de rodillas en la puerta del Falla a rezar un rosario en defensa de la fe cristiana, ante la irrupción en el concurso de la chirigota del Libi. El tema ya es polémico y el titulito se las trae: El movimiento del 36. Y el tipo, varios tíos cargando un paso de Semana Santa con un frigorífico en lo alto y varios enseres para la mudanza. Vaya metáfora. En la película de Martin Scorserse -La última tentación de Cristo- un grupo de legionarios de ídem y trasnochadas beatas recitaban los misterios gozosos ante los cines españoles que se atrevían a pasar la cinta, mientras increpaban entre cuenta y cuenta a los espectadores. En Cádiz no va a pasar eso, pero tal como está el patio mundial, algún capillita ofendido no dudaría en enviarle una foto de la chirigota publicada algún periódico a un Bin Laden y hacer causa común en la defensa de los valores perdidos en Occidente, precisamente en su ciudad más antigua.

En el fondo, yo creo que todo el guirigay que se ha liado en el mundo musulmán acerca de las polémicas representaciones del Profeta no obedece sensu strictu a un problema de fe, sino que viene agudizado por todo un clima bélico e irrespirable creado a lo largo de estos últimos años. No es que el Corán como sagrada escritura sea más o menos coercitiva que el Antiguo o el Nuevo Testamento para sus seguidores, sino que todo depende de su interpretación, el uso que se haga de sus palabras y la luz que cada circunstancia esté dispuesta a dejar pasar. Ha habido ejemplos de libertad espiritual bajo el versículo coránico como lo ha habido bajo el verbo bíblico: ahí está Rumi y Teresa de Ávila, Omar Jayyan y Juan de Yepes, Ibn Arabi y Raymund Llull. Nosotros también hemos tenido Santo Oficio y ahora somos capaces de andar a paso de horquilla en Carnaval aunque les pese a algunos, y no por eso hacemos burla de nadie. Lo que ocurre es que todo tiene su oportunidad en la vida. Y sacar un capirote en Febrero no es lo mismo que dibujar a Mahoma con una bomba en la cabeza. Con la que está cayendo. En nombre de la libertad de expresión -que nos ha costado mucho trabajo conquistar- y condenando todos los actos de represalia colectiva sucedidos ante las embajadas europeas, nada justifica que el director de un periódico sensacionalista intente encender la mecha a ver que pasa. Como dijeron los sabios de uno y otro lado: tiempo, lugar y gente.