LA COLUMNA

Maragall es feliz porque no se entera

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Por si no tuviera bastante con el acoso de PSOE, PP y ERC; por si no le fuera suficiente con las tarascadas de Bono, Piqué y Carod Rovira; por si no sufriera ya bastantes pesadillas con las maniobras de quienes quieren moverle el sillón desde dentro y fuera del tripartito, el sufridor presidente de la Generalidad tuvo que oír ayer por boca de Duran i Lleida que «Maragall es feliz porque no se entera de la mitad de las cosas». Duran -ya saben ese segundo de CiU que no sabía qué hacer para salir en la foto del acuerdo entre Zapatero y Mas y que ha pasado por la izquierda a los republicanos y por la derecha a su jefe de filas- hizo ayer el mayor desprecio que se puede hacer a un político. Debe de ser porque la venganza es un plato que se sirve frío, y por muy democristiano que sea se desquita ahora de aquella metedura de anca de Maragall a costa del 3%, el supuesto impuesto revolucionario que dicen existió antes de que CiU fuera descabalgada del poder.

Cuando era joven, Borges escribió: «He cometido el peor pecado que uno puede cometer; no he sido feliz». Y se pasó media vida intentando averiguar las causas de su desgracia. Hasta que leyó el consejo del poeta español Joaquín M. Bartrina: «Si quieres ser feliz como me dices, no analices, muchacho, no analices». Dejó a un lado su funesta manía de pensar y sus amigos aseguran que fue razonablemente dichoso el resto de su larga vida. «Hay dos maneras de conseguir la felicidad, una hacerse el idiota; otra serlo», escribió Jardiel. Menos agresivo, Flaubert aseguraba: «Ser estúpido, egoísta y estar bien de salud, he aquí las tres condiciones que se requieren para ser feliz; pero si os falta la primera, estáis perdidos». Y más amable aún, Anatole France sentenció: «La vida nos enseña que no podemos ser felices sino al precio de cierta ignorancia». A lo mejor se equivocan todos y lo que le pasa a Maragall es que cree, con Woody Allen que «la única manera de ser feliz es que te guste sufrir».