Rienda toma el relevo de 82 años de progreso y tradición
Actualizado: GuardarMañana comienzan en Turín los XX Juegos Olímpicos de Invierno, que poco se parecen a los primeros de Chamonix-1924, en Francia, aunque los valores defendidos por Pierre de Coubertin siguen vigentes en la nieve y el hielo.
El coraje y la determinación siguen estando presentes, así como el peligro en lo alto de un trampolín de saltos de esquí, que también acompaña a los pilotos de bobsleigh y luge cuando bajan a toda velocidad por los tubos de hielo, o a los esquiadores que descienden a más de 130 km/hora.
Pero aparte de esas constantes, todo ha cambiado. Y estos XX Juegos de Invierno, tal y como serán organizados en Turín, serían irreconocibles para los pioneros de 1924. El despliegue de la televisión, las redes mundiales de comunicaciones, la prosperidad económica y muchos otros adelantos constituyen una verdadera revolución.
Todo eso contribuyó a hacer de la fiesta invernal casi intimista de los comienzos un acontecimiento planetario que mueve millones de dólares y es seguido atentamente por miles de millones de personas. En 1924, la Semana Internacional de Deportes de Invierno de Chamonix no pudo tomar el nombre de Juegos Olímpicos porque los países escandinavos se oponían, temiendo que hicieran sombra a sus Juegos Nórdicos. Esos primeros Juegos de Invierno llegaron gracias a la perseverancia de un puñado de entusiastas.
De este modo, treinta años después de los primeros Juegos, en 1896, llegó la versión en hielo y nieve, en 1924. Pero hizo falta un año más para que el Comité Olímpico Internacional (COI) reconociera implícitamente esa Semana de Chamonix como los primeros Juegos de Invierno de la historia. Así fue como los apasionados del deporte han podido disfrutar de más de 80 años de una competición que aúna suspense, riesgo y a veces controversia.