«Escribir del pasado es comprometerse con lo contemporáneo»
Aparece en castellano 'La felicidad', novela que describe «un mundo nada feliz pero lleno de esperanza»
Actualizado: GuardarLluís-Anton Baulenas es casi un desconocido en el panorama literario en español, pero eso se va a acabar. Ahora presenta en castellano La felicidad (Planeta) - escrita hace más de cinco años en catalán- y disfruta del éxito de Por un saco de huesos, Premio Ramon Llull 2005, en ambas lenguas.
-La felicidad. Bonito título, pero de eso hay poco en la novela...
-Es un título provocativo porque muestro precisamente un mundo muy duro, nada feliz, pero lleno de esperanza. Quería hacer un homenaje a la gente normal, a la gente anónima que hace que las ciudades funcionen, que va tomando el relevo. Incluso en épocas tan adversas como ese principio del siglo XX, o como la posguerra, siempre han mantenido la esperanza en el futuro: si no soy feliz yo, lo será mi hijo, o mis nietos. Es no ceder a la desesperación.
-Como telón de fondo, Barcelona.
-Era entonces una ciudad en transformación continua y en la que los movimientos obreros y el anarquismo utópico estaban en pleno auge. Se esperaba mucho.
-¿Y la venganza?
-La trama es casi de novela de misterio, con una tensión narrativa creciente hasta el final que se provoca con esa idea de venganza, muy pasional, que se entiende muy rápido. La protagonista es una mujer sola, joven, embarazada, su barrio desaparece... Y piensa en cómo sobrevivir, ella y su hijo, a través de la venganza. Esa pasión encaja mucho en la época.
-También hay espíritus, aparecidos. No es muy normal en literatura española.
-Esta es una novela realista y sin embargo tiene ese cuño irreal, casi de realismo mágico, con esos muertos muy vivos, nada tétricos, que le cuentan su vida a la protagonista. Representan el trauma de la apertura de una gran avenida a través de barrios antiguos, medievales; del cambio... Esa intervención urbanística es tan bestia y sorprendente que los muertos aparecen solos, los arrancan de golpe de las calles que desaparecen para que entre el progreso. Dan el relevo a la protagonista, que está embarazada, el presente que es el futuro.
-¿Y ese uso del esperpento?
-Está ligado hasta cierto punto a la ironía. Es una novela grotesca. Pero es que Barcelona cambiaba tan drásticamente que lo grotesco se daba cada día. Ocurrían cosas inverosímiles que nos quedan tan lejanas que parecen exageradas.
-Han surgido comparaciones inevitables con La ciudad de los prodigios y La sombra del viento.
-Ya que me comparan, que funcione como ellas (sonríe). Pero son muy diferentes aunque hablen las tres de Barcelona y de historias locales que pueden ofrecer visiones universales.
-Han tardado casi cinco años en traducirla al castellano.
-Es perverso: si funciona muy bien en catalán, no se publica en castellano a no ser que se hagan las dos ediciones casi al mismo tiempo. Al editor le da pereza porque el mercado catalán ya lo tiene atado pero es difícil adentrarse en el español, muy saturado. Sin embargo, ya fue traducida al francés.
-¿Cómo ve la literatura en catalán?
-Está en perpetua discusión. Y es bueno. Siempre se dice que el novelista catalán tiene tendencia a no novelizar el presente porque tiene miedo de comprometerse. Pero escribir del pasado es comprometerse con lo contemporáneo también.