Sermón durante un oficio religioso celebrado en la Catedral de Saint Patick, en Irlanda del Norte. ARCHIVO
durante más de 300 años

La iglesia anglicana reconoce su complicidad con la trata de esclavos

La confesión quiere adelantarse al bicentenario, el próximo año, de la ley por la que quedó abolida en Gran Bretaña la esclavitud

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La iglesia anglicana ha pedido perdón de forma oficial por ser cómplice, durante más de trescientos años, en la trata de esclavos. Su Sínodo General publicó en la noche del miércoles un comunicado en el que pide excusas a la luz de lo que califica de su "participación en el comercio de esclavos y las demandas cristianas de arrepentimiento y pesar".

Esa confesión ha querido adelantarse al bicentenario, el próximo año, de la ley de 1807 por la que quedó abolida en Gran Bretaña la trata de esclavos. Dicha ley fue aprobada tras numerosas tentativas del abolicionista William Wilberforce, que era miembro de la Iglesia Anglicana. La Iglesia fue cómplice del comercio de esclavos africanos durante más de trescientos años.

Una plantación en Barbados, actualmente convertida en un colegio de teología, acogió en su día a cientos de esclavos que llevaban marcada en el pecho la palabra "Society", referida a la Sociedad para la Propagación del Evangelio en el Extranjero.

En 1760, el entonces arzobispo de Canterbury, Thomas Secker, escribió una carta en la que se lamentaba de la rápida disminución del número de esclavos en las plantaciones de la Iglesia y pedía nuevos "suministros".

El arzobispo de York, John Sentamu, de origen africano, recordó en sus palabras al Sínodo anglicano que sus propios antepasados habían sido esclavos.