Jornada laboral
Actualizado:Cuando yo era niño, allá por el Antiguo Testamento, había mucha gente que trabajaba de sol a sol incluso en los días nublados. De esa forma de esclavitud se libraban los que no tenían trabajo, que eran numerosísimos. (Reléase, que no se perderá el tiempo, las páginas que Azorín dedicó a «la Andalucía trágica»). Andando el tiempo, que a veces va a la pata coja y otras toma carrerilla, vinieron las sangrientas luchas para conseguir una jornada de sólo ocho horas.
Costaron muchos muertos y muchos heridos, pero curiosamente todos pertenecían al mismo bando: el de los trabajadores. Poco a poco, el trabajo, que está demostrado que no es lo mejor para el cutis cuando se desarrolla a la intemperie, ni lo mejor para la columna vertebral si se practica en locales cerrados, ha venido humanizándose. Ahora hay horarios laborales que no se hubieran atrevido a soñar los más vehementes agitadores de masas del pasado siglo.
El problema consiste en flexibilizar el horario del trabajador sin que se rompan dos cosas: él o la empresa que lo ha contratado. La aspiración de todo 'laborante', que dicen en Argentina, es laborar durante menos horas y en ese sentido se ha ganado mucho terreno a los relojes de las empresas. Ahora viene un paso decisivo con el permiso por paternidad, que será de 10 días, ampliables a 18 si se reduce la jornada. Los más vagos harán lo posible por llegar a la consideración de familia numerosa y las empresas de más de 250 empleados tendrán que negociar planes de igualdad en los convenios.
La pregunta es la de siempre: *quién correrá con los gastos? Los legisladores no se la hacen, ya que a ellos les importa tres leches el problema de la lactancia de los recién llegados al mundo, que todavía no tienen formada su opinión.